Como si en este país las mujeres no tuviéramos dificultades, retos y problemas que enfrentar y superar, el productor Pepe Dueño ha facilitado que Playboy haya elegido a San Juan como una de las 50 ciudades dónde se celebrará el aniversario de dicha revista. Hoy es la fiesta.
Las llamadas "conejitas" (!!!!!!) se bajaron del avión en Isla Verde y hoy, en la prensa, nos espetan que desnudarse para una revista es la mejor oportunidad del mundo: no sólo te invitan a fiestas dónde conoces a gente importante sino que recibes 25, 000 dólares si te desnudas para la página del centro de la revista y 100,000 dólares si consigues la portada. Ok.
¿En dónde nos deja esto a las feministas y a las personas solidarias que luchamos contra la inequidad entre los géneros? El debate está abierto. ¿Piqueteamos en la actividad de Playboy?
Mi posición en cuanto a este tema aún está en proceso evolutivo. Tengo conflicto.
Pero tengo varias cosas claras:
1) La explotación sexual del cuerpo de la mujer no debe tener lugar en sociedad alguna.
2) Cabe hablar de explotación sexual cuando una mujer "decide" (énfasis en las comillas) utilizar su cuerpo para obtener algo a cambio, ya sea dinero, influencia, acceso a esferas de poder. Prostitución y pornografía corren a mi mente pero también muchas otras instancias que, a nivel privado, se dan por las mismas razones.
3) Anteriormente, he problematizado, desde una perspectiva bastante mackinneana, la centralización de los reclamos feministas exclusivamente en el supuesto del derecho de la mujer a decidir. El tiempo ha demostrado que dicho supuesto se ha convertido en un trampa discursiva que, cada cierto tiempo, nos explota en la cara. Ver mi entrada anterior sobre el tema.
4) Una de esos momentos en que nos explota en la cara es cuando nos encontramos con mujeres que nos exigen respeto a su decisión de desnudarse en una revista porque sí, porque se trata de su decisión. Y si las feministas las criticamos pues estamos siendo intolerantes, cerradas y poco solidarias. Todo eso se presta para que se nos acuse de alienar a las mujeres quienes, por razones muchas veces económicas, objetivan su cuerpo y, como tal, lo alquilan para el beneficio del hombre.
5) Noto que, al menos en Puerto Rico, a las mujeres feministas se nos hace más fácil cuestionar esas "decisiones" cuando las mismas se inclinan a favor de una exposición pública de la sexualidad de las mujeres y no, por ejemplo, cuando las mismas se inclinan a favor de la domesticidad. Eso me preocupa.
6) No obstante, me inclino a pensar que sí, que en efecto, debemos ser cuidadosas cuando trabajamos estos temas porque es posible que alienemos a las mujeres que toman decisiones que, en lo particular, encontramos problemáticas. No es cuestión de dividirnos entre las mujeres que hemos despertado de la "falsa conciencia" y las que no. Dentro de este contexto, nuestros planteamientos contra la explotación sexual de las mujeres, cuando hay "consentimiento" (otra vez, énfasis en las comillas) de ellas envuelto, deben centrarse en las condiciones socioeconómicas y culturales que fertilizan el camino para que las mujeres tomemos "decisiones" que nos ponen en desventaja y vulnerabilidad. Lograr esto último es complicado, pues se trata de una fina raya muy susceptible de cruzar.
7) La meta, a largo plazo, debe ser que no exista ese camino fertilizado, es decir, que vivamos en una sociedad dónde la explotación sexual no se traduzca en beneficio alguno para quien explota y para quien sea explotada/o.
7) Dicho lo anterior, reconozco que no me siento convocada por discursos paternalistas ni maternalistas que hablan de mujeres que no respetan su "dignidad", que se "autodegradan", que "no se dan a respetar". Eso me suena a absolutismos, hipocresía y, sí, como diría Nahomi Galindo Malavé en una discusión en Facebook, a moralismos. Creo en el derecho de las mujeres a hacer con sus cuerpos lo que les da la gana. Y ahí está mi conflicto.
8) Aunque reconozco que existen decisiones que pueden y deben ser problematizadas desde una perspectiva de género, me sigo sintiendo inclinada a defender el derecho de una mujer a acostarse con quien quiera, a desnudarse ante quien quiera, y estoy dispuesta a cargar con parte de las consecuencias de esas decisiones. Después de todo, cada una de nosotras en algún momento de nuestras vidas hemos tomado decisiones muy problemáticas desde una perspectiva de género. Decisiones, algunas pequeñas, y otras muy grandes. A veces, logramos justificarnos pero en otras, vivimos en perpetuo cuestionamiento sobre nuestras motivaciones.
9) No me parece justo que sean las modelos de Playboy, las únicas que tengan que cargar sobre sus hombros el peso de una sociedad sexista y patriarcal. Todavía recuerdo como la modelo Taína le daba las gracias a Gabriel Suau, el productor de No Te Duermas, por haberla sacado del residencial público dónde vivía. Y hombres y mujeres gustaban de criticarla duramente. Sin embargo, agunas de esas personas que tanto la criticaban eran las mismas que sintonizaban No Te Duermas, compraban los calendarios, y las revistas dónde ella aparecía en un diminuto tanga...
10) Tampoco me parece adecuado activar nuestras manifestaciones políticas únicamente cuando la explotación viene del extranjero o de una empresa capitalista, porque entonces las motivaciones de la manifestación política no quedan del todo claras. La lucha contra la inequidad de género se tiene que dar, desde todos los frentes. Y, sí, la explotación sexual de la mujer por razones económicas es motivo más que suficiente para manifestarse contra cualquier corporación que así se maneje. Playboy me parece es la compañía símbolo de las corporaciones que viven a costa de los cuerpos desnudos de las mujeres. Pero existen muchas otras instancias en las que también se necesita activismo político para denunciar prácticas sexistas y violentas contra las mujeres, y en muchas de esas instancias, las mujeres miramos a nuestro alrededor y estamos solas. Hace no mucho compartimos el espacio alrededor del Capitolio para nuestra manifestación anual en defensa del derecho al aborto, y me sorprendí cuando vi, a lo lejos, decenas y decenas de personas. Animada me acerqué para encontrarme que era un sindicato que había promovido una actividad para denunciar la Ley 7. Ninguno de los compañeros o compañeras del sindicato se unieron a nuestra manifestación. Sin embargo, nosotras procuramos estar en todas las de ell@s.
Así que, a la pregunta de ¿piqueatear o no piquetar a Playboy? Me adscribo a las palabras de Amárilis Pagán Jiménez: Las llamadas "conejitas" (!!!!!!) se bajaron del avión en Isla Verde y hoy, en la prensa, nos espetan que desnudarse para una revista es la mejor oportunidad del mundo: no sólo te invitan a fiestas dónde conoces a gente importante sino que recibes 25, 000 dólares si te desnudas para la página del centro de la revista y 100,000 dólares si consigues la portada. Ok.
¿En dónde nos deja esto a las feministas y a las personas solidarias que luchamos contra la inequidad entre los géneros? El debate está abierto. ¿Piqueteamos en la actividad de Playboy?
Mi posición en cuanto a este tema aún está en proceso evolutivo. Tengo conflicto.
Pero tengo varias cosas claras:
1) La explotación sexual del cuerpo de la mujer no debe tener lugar en sociedad alguna.
2) Cabe hablar de explotación sexual cuando una mujer "decide" (énfasis en las comillas) utilizar su cuerpo para obtener algo a cambio, ya sea dinero, influencia, acceso a esferas de poder. Prostitución y pornografía corren a mi mente pero también muchas otras instancias que, a nivel privado, se dan por las mismas razones.
3) Anteriormente, he problematizado, desde una perspectiva bastante mackinneana, la centralización de los reclamos feministas exclusivamente en el supuesto del derecho de la mujer a decidir. El tiempo ha demostrado que dicho supuesto se ha convertido en un trampa discursiva que, cada cierto tiempo, nos explota en la cara. Ver mi entrada anterior sobre el tema.
4) Una de esos momentos en que nos explota en la cara es cuando nos encontramos con mujeres que nos exigen respeto a su decisión de desnudarse en una revista porque sí, porque se trata de su decisión. Y si las feministas las criticamos pues estamos siendo intolerantes, cerradas y poco solidarias. Todo eso se presta para que se nos acuse de alienar a las mujeres quienes, por razones muchas veces económicas, objetivan su cuerpo y, como tal, lo alquilan para el beneficio del hombre.
5) Noto que, al menos en Puerto Rico, a las mujeres feministas se nos hace más fácil cuestionar esas "decisiones" cuando las mismas se inclinan a favor de una exposición pública de la sexualidad de las mujeres y no, por ejemplo, cuando las mismas se inclinan a favor de la domesticidad. Eso me preocupa.
6) No obstante, me inclino a pensar que sí, que en efecto, debemos ser cuidadosas cuando trabajamos estos temas porque es posible que alienemos a las mujeres que toman decisiones que, en lo particular, encontramos problemáticas. No es cuestión de dividirnos entre las mujeres que hemos despertado de la "falsa conciencia" y las que no. Dentro de este contexto, nuestros planteamientos contra la explotación sexual de las mujeres, cuando hay "consentimiento" (otra vez, énfasis en las comillas) de ellas envuelto, deben centrarse en las condiciones socioeconómicas y culturales que fertilizan el camino para que las mujeres tomemos "decisiones" que nos ponen en desventaja y vulnerabilidad. Lograr esto último es complicado, pues se trata de una fina raya muy susceptible de cruzar.
7) La meta, a largo plazo, debe ser que no exista ese camino fertilizado, es decir, que vivamos en una sociedad dónde la explotación sexual no se traduzca en beneficio alguno para quien explota y para quien sea explotada/o.
7) Dicho lo anterior, reconozco que no me siento convocada por discursos paternalistas ni maternalistas que hablan de mujeres que no respetan su "dignidad", que se "autodegradan", que "no se dan a respetar". Eso me suena a absolutismos, hipocresía y, sí, como diría Nahomi Galindo Malavé en una discusión en Facebook, a moralismos. Creo en el derecho de las mujeres a hacer con sus cuerpos lo que les da la gana. Y ahí está mi conflicto.
8) Aunque reconozco que existen decisiones que pueden y deben ser problematizadas desde una perspectiva de género, me sigo sintiendo inclinada a defender el derecho de una mujer a acostarse con quien quiera, a desnudarse ante quien quiera, y estoy dispuesta a cargar con parte de las consecuencias de esas decisiones. Después de todo, cada una de nosotras en algún momento de nuestras vidas hemos tomado decisiones muy problemáticas desde una perspectiva de género. Decisiones, algunas pequeñas, y otras muy grandes. A veces, logramos justificarnos pero en otras, vivimos en perpetuo cuestionamiento sobre nuestras motivaciones.
9) No me parece justo que sean las modelos de Playboy, las únicas que tengan que cargar sobre sus hombros el peso de una sociedad sexista y patriarcal. Todavía recuerdo como la modelo Taína le daba las gracias a Gabriel Suau, el productor de No Te Duermas, por haberla sacado del residencial público dónde vivía. Y hombres y mujeres gustaban de criticarla duramente. Sin embargo, agunas de esas personas que tanto la criticaban eran las mismas que sintonizaban No Te Duermas, compraban los calendarios, y las revistas dónde ella aparecía en un diminuto tanga...
10) Tampoco me parece adecuado activar nuestras manifestaciones políticas únicamente cuando la explotación viene del extranjero o de una empresa capitalista, porque entonces las motivaciones de la manifestación política no quedan del todo claras. La lucha contra la inequidad de género se tiene que dar, desde todos los frentes. Y, sí, la explotación sexual de la mujer por razones económicas es motivo más que suficiente para manifestarse contra cualquier corporación que así se maneje. Playboy me parece es la compañía símbolo de las corporaciones que viven a costa de los cuerpos desnudos de las mujeres. Pero existen muchas otras instancias en las que también se necesita activismo político para denunciar prácticas sexistas y violentas contra las mujeres, y en muchas de esas instancias, las mujeres miramos a nuestro alrededor y estamos solas. Hace no mucho compartimos el espacio alrededor del Capitolio para nuestra manifestación anual en defensa del derecho al aborto, y me sorprendí cuando vi, a lo lejos, decenas y decenas de personas. Animada me acerqué para encontrarme que era un sindicato que había promovido una actividad para denunciar la Ley 7. Ninguno de los compañeros o compañeras del sindicato se unieron a nuestra manifestación. Sin embargo, nosotras procuramos estar en todas las de ell@s.
Se ha dicho que el cuerpo de las mujeres es un campo de batalla. Y así es. Nuestros cuerpos no sólo son violados, humillados y agredidos para destruir al enemigo en los escenarios de guerra. En sociedades como la nuestra, se convierten en presa de otras batallas económicas y de poder como las que vivimos día a día y en la que los medios, la iglesia y los emporios económicos aspiran a controlarnos. Ante esto sólo queda como estandarte de la libertad la conciencia de cada mujer a la hora de decidir dónde se posiciona y por qué. (Yo Mujer)
Nuestro cuerpo es un campo de batalla. Nos corresponde a nosotras decidir cómo librarla. No siempre estaremos de acuerdo, pero queda de nosotras que del desacuerdo salgan nuevas y creativas maneras para lograr la meta de paz, equidad y justicia para todas y todos.
4 comentarios:
Tanto problema social en Puerto Rico. Estoy seguro la prensa debe estar dandole mas publicidad a Playboy y poniendo fotos de las "bunnies" en primera plana. Que verguenza.
es un problema, en serio. la manifestacion contra Playboy aglutinó a moralistas y nacionalistas. Y, no tengo claro cómo eso ayuda a la causa de las mujeres ....
Excelente reflexión.
Graciasss, Elizabeth!
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