sábado, 4 de septiembre de 2010

Fatal trato a mujeres lactantes

Andamos por Perú en felices gestiones feministas. Pronto les compartiré lo mucho que aprenderá en estos días fríos del Sur. Por ahora quiero copiarles la noticia de primera plana de Primera Hora, con la que se descubre el incumplimiento de varios patronos con las leyes relativas a la lactancia en el lugar de empleo. !!INTOLERABLE!!


Por las salas de lactancia
sábado, 4 de septiembre de 2010
Ivelisse Rivera Quiñones / Para Primera Hora
Hay temas que, aunque todos sabemos de lo que se trata -o al menos tenemos una idea de lo que son- no es hasta que nos tocan directamente que nos preocupamos por conocer las interioridades del mismo.

Eso me ocurrió con los cuartos de lactancia. Sabía que existían y ya. Conocía que el que me ofrece mi patrono es cómodo, limpio y privado.

No fue hasta que me tocó utilizar el del Cuartel General de la Policía, mientras me desempeñaba en mis funciones de periodista, que me preocupó lo que tienen, lo que no tienen y lo que establece la ley.

No pude evitar comparar el saloncito del periódico con el del cuartel. No me malentiendan, estoy clara en que no todos los cuartos serán como el de Primera Hora. Ahora, sí espero que todos ofrezcan unos elementos básicos que hagan la experiencia segura, privada y que no se ponga en riesgo el alimento del bebé y, por consiguiente, su salud.


La experiencia en el Cuartel General nos lanzó a una investigación. Visitamos seis instalaciones que cuentan con sala de lactancia para ver sus condiciones y si respetan el derecho de las madres lactantes de utilizarlos.

Un salón lúgubre

El cuarto de lactancia del Cuartel General parece que fue asignado solamente para cumplir con la Ley 155 de 2002, que obliga a las oficinas gubernamentales a tener un lugar destinado a estos fines.

La sala de lactancia, ubicada en el área de servicios médicos, es una antigua oficina, llena de archivos, con un viejo escritorio, un abanico de pedestal y hasta había un galón de pintura debajo del escritorio.

Como herramientas para garantizar la higiene, cuentan con un envase de hand sanitizer y un rollo de papel.

Sin acceso al cuarto

En la sala de emergencias del Centro Médico, la empleada de ASEM que me atendió no estaba segura de si había un salón de lactancia o no debido a la construcción que se realiza en el lugar.

Tras varios minutos de espera, y de discusión entre los guardias de seguridad para ver cuál de los dos me acompañaba, la empleada me indicó que entrara a la sala.

De camino nos encontramos con una enfermera que me comunicó que su supervisora, la señora Pastrana, le había dicho que el uso del salón era exclusivo para empleadas y pacientes.

Mi alegación de que estaba acompañando a un paciente cayó en oídos sordos.

Una sala práctica

Cuando hice el recorrido por el aeropuerto Luis Muñoz Marín, inicialmente pensé que nunca encontraría el lugar. Y es que en la Oficina de Ayuda al Viajero, la enfermería y hasta en el cuartel de la Policía, no sabían dónde estaba ubicado. Sin embargo, con una sola llamada la situación cambió.

No obstante, antes de que el retén del cuartel decidiera llamar a la Autoridad de los Puertos para verificar la localización, pareció que mi pregunta le hizo “gracia” a uno de los oficiales que estaba allí. Éste, al ver mi seriedad trató de “salvar la situación” diciendo que no sabía dónde era.

En mi recorrido hasta la terminal de American Airlines, donde ubica la sala, le pregunté a empleados de mantenimiento, de TSA y a varios maleteros y todos sabían dónde estaba. Esa respuesta positiva me sacó de la presunción errónea de que nadie sabía dónde está ubicado el lugar.

El cuarto está rotulado y, aunque no es vistoso, es muy práctico. Tiene todos los elementos necesarios para una extracción segura y hasta material de lectura educativo sobre la lactancia.

Carece de lavamanos

En el Registro Demográfico de la calle Quisqueya, en Hato Rey, el salón destinado para la lactancia está identificado y no tuve inconvenientes con los empleados para utilizarlo.

La salita tiene tres sillones y una butaca reclinable. También tiene una superficie que podría ser utilizada para cambiarle el pañal a un niño, como un asiento adicional, quizás para algún niño.

Está pintado de un color agradable y decorado con muñequitos.

Pero en lo que respecta a la higiene, lo único que califica como herramienta para la limpieza es un zafacón y unas bolsas plásticas para desechar pañales usados.

Al salir del cuarto, le pregunté a una empleada dónde podía lavar mis utensilios y me envío al baño que utilizan los visitantes.

El baño es clase aparte, el dispenser de jabón está roto. El jabón está sobre un lavamanos dentro de una botella plástica sin tapa. Los rollos de papel están colgados con alambre.

No hay ninguna superficie limpia donde se puedan colocar los utensilios en lo que se lavan.

“¿El salón de qué?”

En el Centro Judicial de San Juan, una empleada de la Secretaría de Relaciones de Familia y Menores se asombró con mi pregunta sobre dónde estaba ubicado el salón de lactancia.

Primero me dijo: “El salón de qué” y tras mi aclaración me soltó un “me cogiste”, como respuesta inmediata.
Cuando indagué si sabía quién me podía ayudar, se levantó de la silla y fue a preguntar. Regresó con una respuesta, “está en el quinto piso”. Efectivamente, está ubicado en el quinto piso, cerca de la enfermería. Es, de hecho, la enfermera la que tiene la llave para abrirlo.

Ella me preguntó: “¿Tú eres del público?” y acto seguido abrió la salita. Tras darme la instrucción de que no cerrara la puerta con seguro al salir, me dejó.

En éste la toma de electricidad es una extensión que cuelga desde el techo, tiene un sillón y literatura. También está adornado. Sobre una mesa hay un jabón, una crema de manos y unas toallitas húmedas. La puerta tiene un rótulo que lo identifica y te permite comunicar si está en uso o no.

En la segunda visita de Primera Hora, el cuarto ni siquiera tenía luz.

Lo que no falta es un registro que tienen que firmar todas las madres que lo utilizan.

Cabe destacar que la empleada a cargo del salón es muy amable.

Cuando encontramos el cuarto sin luz, ella se movilizó rápidamente para conseguirme otro espacio.

Lamentablemente, el sustituto fue otro salón también sin un lugar donde lavarme las manos. Éste, inclusive, tenía la pintura de las paredes escascarada.

Completo y agradable

Entrar al cuartito de lactancia de Plaza Las Américas es como entrar en la página de un cuento. La sala está pintada de amarillo con dibujos de flores y mariposas.

Tiene dos sillones, una mesita y un lavamanos con jabón y papel.

Al llegar al centro comercial, verifiqué en el directorio y pude localizar el salón identificado con el ícono de una madre con su niño en brazos en posición de lactancia.

Pasé por el área de información y la chica que me atendió me dio las instrucciones exactas para llegar.

En el camino le pregunté a un guardia de seguridad y éste también sabía de lo que le hablaba.

El salón tiene unas reglas de uso, en las que destaca que el tiempo máximo para utilizarlo debe ser 30 minutos para garantizarles el acceso a todas las madres necesitadas del lugar.

El salón se abre con llave desde afuera y son los guardias de seguridad los que permiten el acceso. Hay un intercom para llamar y solicitar que lo abran y un registro de las madres que lo utilizan.

1 comentario:

Christian Martínez-Vélez dijo...

Ahora que leo esto me acuerdo que una vez estaba con mi novia en un restaurante de comida rapida, y viene un hombre con su hijo (un bebe) y nos dice que si ella puede velar le puerta a lo que el cambia al bebe porque en el ba~o de hombres no habia un lugar apropiado para cambiarlo. Y esto que traes me acordo ese suceso. Nunca se me ocurrio escribir de el.