...ella hasta lactaba al bebé.
Jueves, 12 de agosto de 2010
Sara M. Justicia Doll / Primera Hora
Yariel Rodríguez Resto, de 23 años, jamás pensó que los celos enfermizos de Coralys Campos Rodríguez, de 21, su pareja por los últimos dos años y madre de su hijo de un año, desembocaran en una tragedia. Pero la vida le probó lo contrario.
Esos celos, la agresividad y el comportamiento extraño del que hablaron no sólo él, sino familiares de la joven, fueron en el interior de ella como una bomba de tiempo que finalmente explotó y provocó el asesinato de dos pequeños.
La tragedia sucedió en la residencia que compartían en Saint Just, Trujillo Alto.
En la noche del martes para miércoles, después de que Coralys le peleara a Yariel porque éste iba a salir con un amigo, el joven se fue de la casa y se dirigió al cuartel de Trujillo Alto para notificar el estado en el que se encontraba Coralys. Pero, en cuestión de minutos, ella se armó de un cuchillo de cocina y apuñaló en el abdomen a su bebé de un año -Yeriel Rodríguez Campos- y a su nena de tres años Ilán Coral Monge Campos, producto de una relación con otro hombre. Ambos menores murieron por las heridas profundas que les hizo su madre y la cantidad de sangre que perdieron.
“Se me fue mi angelito y ella, la nena, que era como si fuera mía porque la crié desde que tenía un año. Actuó con desespero, algo malo se le metió al cuerpo”, dijo Yariel ayer como intentando buscar respuestas a la tragedia, sentado junto a su padre Iván Rodríguez en la Comandancia de Carolina, a donde fue ayer a testificar.
A todas luces, Coralys asesinó a sus hijos como una fiera y la forma en que lo hizo dejó una imagen macabra en la mente del sargento Héctor León, quien ha trabajado por 20 años en la División de Homicidios de Carolina dijo que nunca había visto algo así.
“Sentí mucha frustración y consternación, la verdad. El bebé tenía las vísceras por fuera”, dijo el veterano policía.
En su locura, Coralys sacó la gasolina de un trimmer e incendió el dormitorio de los menores. En ese lugar fue que las autoridades ocuparon el cuchillo de cocina, que fue el arma mortal.
Ayer, el agente Luis Sánchez investigaba informaciones que apuntaban a que entre la pareja había un cuadro de violencia doméstica.
De la conversación con Yariel salió a relucir que la vida en el seno familiar era de cambios drásticos de ánimo, lo que provocaba mucha tensión.
“El jueves y el viernes estuvimos bien. El sábado celebramos el cumpleaños del bebé, su primer año, y todo estuvo bien. Cuando amanecimos, ya todo estaba mal. Pero ella era una buena madre, amorosa con sus nenes, siempre los tenía limpios, tenía comida en la casa y hasta lactaba al bebé”, agregó Yariel.
Entre los halagos a estas virtudes de Coralys también se colaron palabras referentes a que en algún momento en su relación temió por su vida y abandonó el hogar. Había regresado no hacía mucho.
Demasiado tarde para actuar
El padre de Yariel, Iván Rodríguez, dijo a este diario que con frecuencia iba a la casa de la pareja a hacer trabajitos y que cuando regresaba a su hogar le decía a su esposa que “Coralys estaba rara, como agresiva”.
Detrás de la casa de la familia, vive la abuela materna de Coralys, Sylvia, quien también en un momento dijo que la joven necesitaba ayuda.
“Posiblemente, ella necesitaba ayuda emocional; a veces estaba bien seria, otras veces bien feliz, era como bipolar de un tiempo para acá”, dijo Rosa Rodríguez, hermana de Sylvia, quien no estaba en condiciones para hablar.
Cuando Sylvia sintió el humo saliendo de la casa de Coralys, bajó y se la encontró a ella “totalmente desorientada y fuera de sí”, narró Rosa. La familia de Coralys ayer lloraba con mucha angustia. Ilán ayer comenzaría su escuela preescolar, tenía su bulto, su lonchera y sus libretas compradas. “Estaba feliz de que iba para la escuela”, dijo Rosa con las manos llenas de tizne pues acababa de sacar ropita de los menores del cuarto aún con olor a humo del incendio. Coralys está estable y hoy se le radicarán cargos por asesinato y Ley de Armas.
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