De niña, crecí escuchando la historia de cómo mi papá y mi mamá (antes de yo haber nacido) fueron a recibir a Doña Lolita Lebrón, cuando ella, Irving Flores y Rafael Cancel Miranda fueron liberados. Habían pasado más de 25 años en prisión por haber disparado en el Congreso de los Estados Unidos.
La esperaron en la Avenida Baldorioty de Castro y, en caravana, la acompañaron hasta la tumba de don Pedro Albizu Campos.
La esperaron en la Avenida Baldorioty de Castro y, en caravana, la acompañaron hasta la tumba de don Pedro Albizu Campos.
Hoy Lolita ha fallecido. Mi madre ha encendido dos velas en su nombre. Todas aquellas y aquellos que soñamos con otro país estamos de luto.
Para ella.
1 comentario:
yo sueño con un mejor Puerto Rico pero no apoyo las acciones de Lolita.
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