Al papá de José Alexander no le importaba su hijo
martes, 10 de noviembre de 2009
Darisabel Texidor Guadalupe / Para Primera Hora
Ponce. Lo engendró, pero desde el momento en que conoció de su existencia se distanció de la mujer a quien nunca le profesó amor alguno.
José Álvarez, padre del pequeño José Alexander, a quien su madre Melania de Jesús Serrano le arrebató la vida asfixiándolo el día de San Valentín de 2008, se sentó a testificar muy cerca de la acusada, que sobrevivió a su intento de suicidarse tras matar a su hijo.
El hombre narró al tribunal que conoció a Melania en una iglesia de donde fueron expulsados, ya que no aprobaban las relaciones de concubinato. Dijo que sólo compartían esporádicamente, que nunca estuvieron enamorados y mucho menos planificaron unir sus vidas como una pareja.
Supo que la mujer tuvo un embarazo difícil el día que la llevó al hospital, donde ella pasó muchos meses en reposo. Pero, admitió que nunca fue a verla para conocer su condición de salud ni la de su hijo.
Sobre José Alexander dijo que lo vio por última vez el día antes de su muerte, cuando se reunió con De Jesús para darle el visto bueno a la expedición de un pasaporte para el menor, ya que planificaba enviarlo a vivir con una tía en Estados Unidos. El niño, dijo, se veía contento, pero que la madre lucía preocupaba y llorosa.
“Ella me dijo que estaba mal, que tenía problemas económicos y de salud, y que el niño estaría mejor allá”, dijo Álvarez, a preguntas de la fiscal Caroline Arcelay, tras agregar que le recomendó a De Jesús que buscara ayuda médica para sus problemas de salud.
Álvarez reconoció que se relacionó muy poco con su hijo, que asistió sólo a su primer cumpleaños y “de vez en cuando” lo veía. El hombre, quien identificó el cadáver del pequeño en el Instituto de Ciencias Forenses, no pudo contestar al abogado Carlos Soto Laracuente la fecha en que nació el niño ni cuántos años tenía al momento de morir. Pero, dijo que nunca tuvo quejas de que De Jesús maltratara a su hijo o que ella le negara verlo, sino todo lo contrario, que ella misma le pedía que compartiera más con el menor, quien ni tan siquiera lo llamaba papá.
Durante el interrogatorio al hombre, la imputada permaneció llorando mientras bajaba la cabeza y la ponía sobre el escritorio de la defensa.
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