domingo, 29 de noviembre de 2009

Columna: "Conversión" por Mayra Montero

29-Noviembre-2009 | Mayra Montero
Antes que llegue el lunes

Conversión

En el Canal 6, que es la televisora del Estado, hace unos días estuve viendo un programa, me parece que nuevo, que se compone de una mujer que da consejos y de situaciones que ella más o menos comenta. No voy a hablar del nivel del programa, ni de las actuaciones, ni de la bochornosa producción. De lo que voy a hablar es de una escena en que hay dos tipos acodados a una barra, hablando de mujeres, y uno le cuenta al otro que conoció a su esposa, que es un dechado de virtudes, en la iglesia. De paso, aconseja a su amigo -quien supuestamente quiere sentar cabeza- que se aleje de las mujeres “fáciles e independientes”.

La cita es textual. Supongo que el programa estará disponible para que la Procuradora de la Mujer, que es invisible y sorda -pero no fácil, ni mucho menos independiente-, vaya al Canal, pida la grabación y le explique a la gente, tal como es su deber, por qué razón unos guiones como ése contribuyen a la violencia machista.

El tipo que asesinó hace unos meses a su esposa, a puñaladas y tijeretazos, la metió en la cama y la arropó como si fuera una muñeca rota (y ahora será juzgado, pero por asesinato en segundo grado, puesto que el juez estima que no hubo premeditación), pensaba exactamente igual que el guionista de ese programa atroz. Las “mujeres fáciles e independientes” no merecen una relación de respeto. Ni siquiera merecen estar vivas.

Algo similar, también, debió de haber pensado el individuo que asesinó el lunes pasado a Mabel Merced, y por poco no mató a la hija. En este caso, ocurrido en Humacao, ambos iban a la misma iglesia, y se dice que él “se había convertido”.

Este sujeto ya había matado a otra mujer en el 91, pero tenía casos por agresión y robo que datan del 95, con lo que queda claro que la primera muerte le salió gratis. Si en el 95 estaba haciendo de las suyas, ¿en qué tribunal lo condenaron y qué pena le dieron por el primer asesinato? En 2001, cogió por el cuello a su pareja de entonces para estrangularla, y parece que lo acusaron por violencia doméstica. ¿Qué hacía entonces viviendo libremente en Humacao, y cuántos en su entorno -hasta en la propia iglesia- estaban al tanto de su pedigrí?

No se sabe a ciencia cierta si Mabel Merced había tenido relación de pareja con su agresor, pero eso no es importante. Lo importante es que este caso refleja graves y urgentes problemas relacionados con la violencia de género. El primero de ellos, la palabrita “pasional”. Por ley debería prohibirse esa palabra en los informes policiacos, pues ésa es la que ayuda, en parte, a que luego los abogados aleguen, y los jueces acepten, que el crimen se cometió en un “arrebato de pasión”.

Pero otro punto que no cesa de asombrarme, que surgió en medio del caso de Humacao, y que también surgió en el crimen de odio cometido en Guavate, es la confusión y las actitudes tan enajenantes (muy convenientes al Gobierno, eso sí) que está inculcando el integrismo religioso. Por ejemplo, vi en un noticiario al padre del muchacho asesinado en Guavate, que en ese instante coincidía con el asesino de su hijo. Pues bien, dirigiéndose al asesino, el hombre señaló a lo alto con el dedo índice y dijo: “el que tiene que perdonarte es el que está allá arriba, yo ya te perdoné”. ¿Ya lo perdonó, por descuartizar a un hijo?

El pasado miércoles, en una entrevista concedida a este diario, el padre de Mabel Merced, la víctima de Humacao, decía que no le guardaba rencor al asesino de su hija y que prefería que le hubiera pasado a ella en vez de a sus otros hijos, puesto que ella “se había convertido al Señor y mis otros hijos no están convertidos”.

¿Qué decimos de esto? ¿Cómo el juez puede imponer la pena más severa a un asesino que de inmediato es perdonado por el propio padre de la víctima? Pues que lo dejen en la calle; después de todo, el que lo tiene que perdonar está allá arriba. El padre de Mabel también comunicó a la reportera que la violencia contra la mujer no se iba a terminar hasta que Jesús viniera. Sí, hasta que venga y nos ponga a todas como Magdalenas. Total, ya somos magdalenas para sus señorías en el Capitolio.

Muchas de estas iglesias fomentan la obediencia, la sumisión de la mujer, lo cual tiene consecuencias graves sobre todo en los sectores rurales y deprimidos en que tienen gran arraigo. La mujer asesinada en Humacao probablemente no denunció al hombre que la acechaba, y probablemente no se fue huyendo de esa comunidad, porque sabía que lo que todos esperaban de ella era que “perdonara”; que le diera otra oportunidad al que ya, desde el 91, era un maldito criminal.

Así las atrapan, las hacen parte de un sistema que oprime, y luego se lavan las manos. En la iglesia del barrio me imagino que hoy se lavarían las manos. Eso sí es convertirse. Pero convertirse en zombie.

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