viernes, 1 de octubre de 2010

Ginecólogo de Mari Mari Narváez

Buscapié

Uno de esos diarios lo llamaba el ginecólogo “tocón”. Parece ignorancia pero no lo es. Un editor por allá que no es ningún tonto (o quién sabe si es una editora) escoge usar esa palabra. Seguro le parece graciosita, pintoresca. “Venderá periódicos”, decreta, y sigue con sus asuntos.
Pero a este señor, José Santiago Álvarez, se le acusó de cometer actos lascivos y agresión sexual contra dos pacientes. Una de ellas alegó que, en pleno examen físico, él le frotó el clítoris y, en un momento en que la enfermera salió del cuarto, le preguntó si tenía orgasmos y si su esposo la satisfacía. La segunda mujer alegó que Santiago le preguntó si solía masturbarse. Luego le pidió que volviera a quitarse la ropa y, supuestamente sin usar guantes, introdujo uno de sus dedos por la vagina de la joven mientras le tocaba los glúteos y los muslos, lee un parte de prensa. Santiago Álvarez ya había sido acusado de delitos sexuales por otras dos pacientes y en aquel entonces también salió airoso del proceso judicial.

Desconozco los detalles del juicio ni por qué un jurado de 11 hombres y 3 mujeres declaró no culpable a Santiago Álvarez. Sí sé que la defensa llevó a un perito, Juan Carlos Jiménez, quien dice ser ginecólogo y, en su testimonio, aseguró que es “normal” que se toque el área del clítoris durante un examen, y se pregunte a una paciente si se masturba, algo que cualquier mujer que haya visitado un ginecólogo sabe que no es cierto.

No sé si Santiago es culpable o no. Pero sé que una mujer sabe muy bien cuando está siendo agredida sexualmente y es muy difícil dar cuenta de ello. Pocas tienen la fortaleza para querellarse y aguantar un proceso de escrutinio legal. Por eso espero que al menos las denuncias de estas mujeres y el patético testimonio de este supuesto perito sean bien investigados en los foros médicos pertinentes. No sólo por respeto a la profesión médica sino también al valor de las mujeres que se atreven a hacer las denuncias, y en reconocimiento del temor y el desaliento de las que no.

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