Desde muy niña me recuerdo en piquetes. Mi madre, que no era ni es sindicalista, ni feminista, ni ambientalista, ni independentista, me enseñó con su ejemplo que una cree en algo, una sale a la calle a defenderlo; que cuando una reconoce una injusticia, una sale a la calle a denunciarla. Con ella, fui a piquetes para evitar la venta de la Telefónica, marché por Vieques, por los presos políticos y, en su momento, a reclamar la libertad de Filiberto. A esa madre que tanta valentía y fuerza me enseñó, ayer tuve que mentirle. Me llamó, asustada, para asegurarse de que yo había cumplido mi promesa de no llegar al Capitolio. Le mentí. No pude contarle que pocos minutos antes de su llamada estaba yo corriendo por las calles del Viejo San Juan para escapar de gases lacrimógenos y policías montados a caballo. Ya mi madre no quiere que su hija proteste. Tiene miedo. (Es curioso, no tiene miedo de protestar ELLA, lo que no quiere es que proteste yo)
Este Gobierno con el aval de TODAS sus ramas materializa, cada vez de manera más clara, su propósito de establecer su agenda neoliberal y conservadora a costa de lo que sea y quien sea. Para lograrlo, se ha asegurado tener a su lado a una persona como Figueroa Sancha, reconocido y probado enemigo de los derechos humanos y civiles que llegó a Superintendente de la Policía precisamente por su nefasto historial. No puede caber duda. Quiere el Gobernador destruir nuestro país, y que no lo denunciemos. Nos quiere aterradas y aterrados en nuestras casas, viendo las vistas del Senado por la tv, y con la Prensa limitándose a hacerle las relaciones públicas. Nuestro actual Gobierno ha censurado libros; han desmantelado Procuradurías; liquidado la colegiación compulsoria de las abogadas y los abogados; y ahora no hay manera de que nos manifestemos sin que la Fuerza de Choque no nos amenace con golpearnos, abusarnos y hasta matarnos. No hay duda: vivimos en un Estado de Terror.
Lo que sucedió ayer no puede ser pasado por alto ni olvidado en cuestión de días. En el Capitolio, nos encontrábamos puertorriqueñas y puertorriqueños preocupados por el presente y el futuro del país. Estábamos procurando nuestros derechos constitucionales, defendiendo a mujeres, a estudiantes y trabajadoras/es. No puede ser que ahora, cada vez que nos pisoteen, se nos abuse por denunciar. No hay manera de justificar el abuso de ayer ni podemos premiar al Gobierno dándoles la victoria de nuestro miedo. Quiternos no es una opción, sí debemos organizarnos mejor. Me niego a quedarme al borde del camino, me lo debo a mí y a la mujer que me parió.
Hoy mismo regreso A LA CALLE.
Este Gobierno con el aval de TODAS sus ramas materializa, cada vez de manera más clara, su propósito de establecer su agenda neoliberal y conservadora a costa de lo que sea y quien sea. Para lograrlo, se ha asegurado tener a su lado a una persona como Figueroa Sancha, reconocido y probado enemigo de los derechos humanos y civiles que llegó a Superintendente de la Policía precisamente por su nefasto historial. No puede caber duda. Quiere el Gobernador destruir nuestro país, y que no lo denunciemos. Nos quiere aterradas y aterrados en nuestras casas, viendo las vistas del Senado por la tv, y con la Prensa limitándose a hacerle las relaciones públicas. Nuestro actual Gobierno ha censurado libros; han desmantelado Procuradurías; liquidado la colegiación compulsoria de las abogadas y los abogados; y ahora no hay manera de que nos manifestemos sin que la Fuerza de Choque no nos amenace con golpearnos, abusarnos y hasta matarnos. No hay duda: vivimos en un Estado de Terror.
Lo que sucedió ayer no puede ser pasado por alto ni olvidado en cuestión de días. En el Capitolio, nos encontrábamos puertorriqueñas y puertorriqueños preocupados por el presente y el futuro del país. Estábamos procurando nuestros derechos constitucionales, defendiendo a mujeres, a estudiantes y trabajadoras/es. No puede ser que ahora, cada vez que nos pisoteen, se nos abuse por denunciar. No hay manera de justificar el abuso de ayer ni podemos premiar al Gobierno dándoles la victoria de nuestro miedo. Quiternos no es una opción, sí debemos organizarnos mejor. Me niego a quedarme al borde del camino, me lo debo a mí y a la mujer que me parió.
Hoy mismo regreso A LA CALLE.
1 comentario:
Por algún lado leí: Nuestro país está en un fasciscmo disfrazado de democracia.
tiene razón la/él que lo escribió.
Adelante y éxito.
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