Ultrajadas por el sistema
viernes, 24 de julio de 2009
Farasch Lopez Reyloz / Para Primera Hora
María (nombre ficticio) fue violada en mayo por uno de dos sujetos que escalaron su apartamento y cuya descripción coincide con la del par que está sembrando el pánico entre los residentes del sector Parque Escorial en Carolina.
Pero las escenas realmente ultrajantes las vivió horas más tarde cuando, tras haber sido violada, requirió ayuda de las autoridades y los distintos organismos gubernamentales.
El caso de María, que ocupó la portada del miércoles de Primera Hora, cobra mayor dramatismo cuando se toma en cuenta el trato que recibió tras su violación.
A su hogar enviaron a tres policías varones que, según la joven, “se mostraron muy sensibles”. Los agentes la trasladaron al Centro Médico, allí informó que había sido víctima de una violación y las enfermeras le instruyeron, sin la menor delicadeza, que tomara un número y se sentara a esperar.
La espera por un médico y atención clínica adecuada comenzó a las 4:00 de la madrugada y se extendió hasta las 2:00 de la tarde, hora en la que finalmente un médico le administró una primera dosis de medicamentos y comenzó a ser atendida de acuerdo con el supuesto protocolo.
Durante sus largas horas aguardando para ser atendida tuvo que ir en repetidas ocasiones al baño, aun sabiendo que podría hacerse cada vez más difícil colectar material genético o de cualquier otra índole que sirviera de evidencia para su caso. María preguntó en múltiples ocasiones a las enfermeras la razón de la demora en atenderla, y ellas le indicaron que no tenían el rape kit que se utiliza en estos casos y que debían buscarlo en otro edificio. En un momento contempló irse a un laboratorio privado para hacer las pruebas pertinentes y poder dar por terminada la difícil experiencia, pero las enfermeras le indicaron que para que la investigación pudiera darse, las pruebas debían hacerse allí.
“A eso de las 2:00 p.m. un médico me da a tomar la pastilla Plan B, el antibiótico Citromax y una pastilla que me dijeron era para atacar al virus del sida en caso de contagio. No sé por qué se tardaron tanto, no había emergencias allí”, explicó.
En todo el tiempo que estuvo en el hospital nadie se acercó a ofrecerle ayuda psicológica ni a explicarle el procedimiento que se iniciaría para la investigación. “Las enfermeras se quedaron con toda la ropa, con las muestras de mi cabello, de vellos púbicos, y no sé para qué, porque en mi caso no ha pasado nada”, cuenta, mientras indica que decidió hacer público su caso porque teme que sus atacantes son los mismos que atacaron a las mujeres de Parque Escorial y porque está convencida de que es preciso denunciar la ineficiencia de las autoridades para cumplir ágilmente con el protocolo, prestar ayuda a las víctimas y hacer la investigación policiaca adecuada.
La misma tarde del domingo, tras darle de alta del hospital, decidió ir al CIC de Bayamón, donde asegura que algunas de las preguntas que fueron parte de su entrevista apuntaban a responsabilizarla o a que de algún modo ella hubiera provocado la violación.
Por otra parte, la víctima de Vistas del Río en Trujillo Alto, la única que llegó a ver el rostro de uno de los sujetos, asegura que el agente Matos a cargo de la investigación de su caso retrasó por tres semanas su cita con la bocetista alegando que ésta tenía mucho trabajo. Cuando la víctima logra la cita, la bocetista le indica delante del agente que siempre estuvo disponible y le muestra su calendario para demostrárselo. Asimismo, la joven, que no llegó a ser violada porque convenció al atacante de que estaba embarazada, cuenta que la próxima víctima que hubo en su comunidad, en donde se reportaron unos cinco casos, tenía una alarma y de la compañía alertaron a la Policía, notificándole que tenían un código que indicaba rehenes. La Policía acudió, pero al tocar la puerta y nadie responder decidieron irse.
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