25 de marzo de 2012
Publicado en EL Nuevo Día.
“El lenguaje nunca es inocente” afirma Roland Barthes, escritor francés. La afirmación se comprueba, hasta la saciedad, cuando un padre levanta del suelo al vástago adorado, le cosquillea su zona genital con la cabellera y le pregunta: “¿De quién es ese pipí?” Como pipí es el mote cariñoso de los penes penitos, razonamos que el padre está invitando al vástago a jugar y educarse. Jugar un juego cuasi erótico. Educarse en rigurosa clave masculina, no obstante superficial y leve.
Bueno, superficial y leve, en apariencia. El juego reivindica una certeza que se hereda y transmite de generación en generación, así como se heredan y transmiten los apellidos. Y es la certeza, heredada y transmitida, que el pipí es un bien repartible.
El vástago, a quien llamaremos el nene en lo adelante, se entusiasma con el juego y la lección. De ahí que, riendo y mostrando los dientes de leche, con la ayuda de la lengua aún de trapo, vocifere la respuesta: “¡De las nenas!”
En acabando de cumplir los cuatro años, el nene nada sabe de propiedades que no sean los juguetes. Sin embargo, a los ojos del padre, el hecho de que el nene desconozca por qué el pipí es “de” las nenas, o “para las nenas”, tiene una importancia escasa, por ahora. Y como tiene escasa importancia, por ahora, besuquea a la precoz criatura con sonoridades retumbantes. Pues, luego de semanas de repaso y paciencia, consiguió incrustarle la antedicha respuesta en la corteza cerebral, ese almacén gris de percepciones y decisiones.
2.
La familia restante, familia unida y funcional, se incorpora a la celebración, como si de fiestas patronales se tratara. ¿En honor a San Pipí? Oronda, la abuela por vía paterna, nombra al nieto como el sucesor eventual del tío Lencho: “Va a salir a mi hermano Lencho, que tenía esposa en el pueblo y una querida en cada barrio”. A la madre el júbilo se le traduce en lágrimas: “Sabe el doble que las niguas. Dios lo lleve por buen camino”.
El padre salta a corregirla: “Del buen camino de la nena se encargue Dios. Que del buen camino del nene me encargo yo”. Y la sonrisa, de sien a sien, pregona la felicidad que le causa vislumbrar la expiración del ñeñeñé del nene. Furioso, el padre increpa al nene cuando jirimiquea: “¿Eres nene o eres nena?” Y, apuntándolo con el dedo, remata: “Quienes tenemos pipí no jirimiqueamos ni lloramos”.
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3.
Satisfecho con los toscos evangelios del padre, satisfecho de vivir con el pipí al aire, el nene aterriza en el suelo y bucea entre la muchedumbre de juguetes. Caprichoso, escoge una pistolita y finge disparar contra todo. Incluso contra su hermanita gemela, ocho minutos mayor que él.
Del nacimiento de los guares la familia evita conversar. Y es que el padre quiso gozarse el parto en vivo y en tecnicolor. Mas, sufrió un desmayo tan pronto la cabeza de la nena asomó por entre el despatarramiento de la madre. Juiciosa y considerada, reponiéndose a la anestesia, la madre suplicó a las enfermeras: “Atiendan a mi pobre marido con urgencia, que yo me las arreglo y pujo sola”.
4.
Con la estilística superior de los jefazos de tribu, el eterno Daniel Santos borda una canción que hilvanan versos coleccionables: “Qué extraña es la vida, Cuántas verdades no se comprenden, y sin embargo son la verdad”.
Entre las verdades incomprensibles que, sin embargo, son la verdad, estarán los ocho minutos que hicieron a la nena, aparte de “viejit”, como dulcemente la apostrofa el papá, una hermana mayor en toda regla.
Satisfecha con los toscos evangelios de la madre, satisfecha con que su madre jamás le cosquillea la zona genital y le pregunta: “¿De quién es esa t?”, la nena va curtiéndose en los deberes de las pequeñas madrecitas.
Disciplina el ejército de muñecas a su cargo. Sólo pierde la chaveta cuando alguna muñeca se rebela y se niega a usar los pantis. Entonces, llevándola por las greñas a una esquina, le susurra: “Corra a esconderse la t. Que el pipí de mi hermanito es para las nenas”.
5.
El lenguaje nunca es inocente. Paralelo a su emisión fluyen el discrimen que se disimula y el abuso poco sutil, la mentira descarada y la traición fraganciada con rosas, la asquerosidad política. Paralela a su curso fluye la educación sexual hogareña, muchas veces asustada y silvestre, otras hipocritona y descarrilada.
Por lo pronto nada tendrá que recelar la familia unida y funcional. El recelo ascenderá a turbulencia cuando Freno y Frenesí se peleen por la t sublevada de la nena, quinceañera ya. El recelo ascenderá a crisis cuando el nene, quinceañero ya, venga obligado a responder a la justicia, no por las gracias del pipí, si por las delincuencias cometidas en nombre de ESA palabra impublicable.
1 comentario:
Por todo esto i otros asuntos, tengo en planes: 'Soliloquio del miembro viril' O 'Monologo de un miembro inquisitivo'.
En el mismo se discurriria sobre la infinita alegria de este miembro al no poseer olfato o vision por razones indiscutibles.
UNa que otra pajara a las cuales nos hemos acercado en plan plan helado en barquilla, han causado un espanto alucinante del aroma cadaverico que exhalaba aun despues de una ducha de doble pespunte...I por ahi van los tiros.
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