miércoles, 6 de junio de 2012

“Decimos lo que creemos”: la pluma rebelde de Amárilis Pagán Jiménez


            Volver a leer las columnas de Amárilis en “Brujas y Rebeldes” representó para mí no sólo un repaso de la trayectoria literaria de la autora a través de cinco años sino también una confrontación de activista a activista con la situación precaria de Puerto Rico en estos tiempos. Las columnas del libro comenzaron a publicarse en el mismo año en el que decidí involucrarme de lleno en el activísimo feminista a través de la Comisión de la Mujer del Colegio de Abogados.  El 2006 fue un año difícil que presagió la gran crisis que vivimos hoy. Pero también leer las columnas, una tras otra, me permitió respirar más tranquilamente al reconocer que existen grandes mujeres, hoy hermanas de lucha, que marcan mi camino, que me acompañan y no me dejan sola ante las frustraciones que se acumulan.  Ese acompañamiento por parte de Amárilis comenzó precisamente cuando yo era una lectora más, entre otras miles.
            En “¿Ha muerto el feminismo?” (2006) Amárilis sentencia:  “Es inevitable que la humanidad camine hacia su mayor bienestar. Y eso no podrá excluír a las mujeres”  Es ese convencimiento el que nutre todas las columnas de “Brujas y Rebeldes”, siendo la autora la primera que  procura la inclusión de su voz como activista, abogada, madre, amante y ciudadana.
            Leer a Amárilis ha significado inescapablemente analizar el rol de las palabras y de cómo pueden convertirse en herramientas contundentes en contra de la mentira, la manipulación, y las violencias de todo tipo. 
            No es verdad que las palabras se las lleva el viento. Y si se las lleva, dependerá de la voz, no del viento. Las de Amárilis no se las llevará, no sólo porque constan en papel, en revistas cibernéticas y en su blog sino por su consistencia, verticalidad y valentía. Sus palabras, estoy convencida, pueden generar el tipo de reflexión personal que lleva a una persona a cuestionarlo todo. Les doy un ejemplo de mi vida.
            Estoy en Culebra celebrando mi cumpleaños. Mientras espero el desayuno comienzo a verme rodeada de gallinas que quieren que les tire pan. Se lo tiro. Y, de repente, apareció el gallo. Mi corazón se paralizó. Como un rayo llegaron a mí las palabras de Amárilis en su columna “Gallinas Cluecas” (2010) en referencia al nefasto comentario de nuestra Secretaria de la Familia cuando invitó a las mujeres maltratadas a ser como “mamás gallinas” y, de esa manera, superar la violencia de sus parejas. Dice Amárilis de la Secretaria de la Familia:

También parece desconocer, que una gallina actúa en total sumisión ante el gallo, que de paso es polígamo y está autorizado en su sistema jerárquico a disciplinar a picotazo limpio a cualquier integrante del clan que no le obedezca.

La preocupación verdadera que sentí por las gallinas no es invento. De hecho, las gallinas en cuanto vieron que el gallo venía por el pan le dejaron el camino libre. Tontas no son. La anécdota podría resultar chistosa pero ejemplifica el poder de las palabras revolucionarias: lo que antes no te importaba, ahora te importa. Lo que antes no veías, ahora lo ves. Lo que antes no escuchabas, ahora lo escuchas.
Y es que creo que muchas y muchos activistas compartimos la misma respuesta cuando nos preguntan por qué invertimos tantas horas, pasiones y desvelos por una causa social. Siempre referimos a una niñez y adolescencia repleta de preguntas, y que no fue hasta que comenzamos a hallar las respuestas, muchas veces a través de la lectura, que logramos dar el paso al frente y decir “no hay vuelta atrás, yo me tiro a la calle”.
Me entusiasma pensar en las muchas vidas que Amárilis habrá podido cambiar a través de sus columnas.  ¿Cuántas chispas habrá encendido? ¿Cuántas mujeres habrán pensado, yo también cuento, yo también quiero y necesito decir “presente”? ¿Cuántas personas de la comunidad LGBTTQ habrán encontrado consuelo, apoyo y valentía en sus palabras y en el hecho de poder encontrarlas en el diario de mayor circulación de Puerto Rico?
En “Loss Mitigation”, Amárilis nos cuenta que tuvo que visitar el departamento de mitigación de pérdidas de  viviendas en un banco.  Eso me recordó que recientemente llegó a mí una mujer, en un caso pro bono, solicitando representación legal en el caso de un banco que nunca consideró su solicitud al programa de loss mitigation. Ella me contó que había buscado mi nombre en google y que cuando se enteró que yo era la presidenta de la Comisión de la Mujer se dijo a si misma: ella es la abogada que necesito. Me llamó la atención eso porque casi siempre las consultas que recibo tienen que ver con violencia, discrimen y hostigamiento. Pero la mujer tenía las cosas claras. Me dijo “si usted lucha por los derechos de las mujeres, usted entenderá por qué es que estoy demandando a un banco”. Wow. Me quedé de una pieza porque lo que la señora articuló es algo que los feminismos hemos venido trabajando a son de  cantazos. Hace tiempito ya que aprendimos la lección: la causa de las mujeres es la causa del ambiente,   del derecho a la vivienda, al desarrollo económico, a la salud, la educación…. Y el hecho de que existan mujeres que ya lo tienen claro se debe precisamente a que mujeres como Amárilis Págán Jiménez consistentemente escriben, desde la perspectiva de género y la lucha por la equidad, a favor de algunas de las causas más justas de nuestra sociedad. Las voces de las comunidades más marginadas resuenan en la voz de Amárilis de la mejor de las maneras: clarito, directo, sin rodeos. Sin lenguaje rimbombante, nos habla Amárilis de las gallinas, de su Aibonito, de sus partos, de las risas de las mujeres de Matria sin perder de mira el gran objetivo de la equidad.
            Les invito a leer o releer: “Un Modelo Universal” (2006), “Loss Mitigation” de 2010, “Rapacidad” de 2007, “Incubar democracia” de 2011, “Tres Generaciones- Una UPR” de 2010 y Camaleones de 2010 para darse cuenta del arco iris de solidaridades o, como ella dice, “una plancha de solidaridades”, a las que Amárilis se adhiere como parte de su agenda de derechos humanos.
A propósito, quiero aprovechar la oportunidad para felicitar y agradecer a Amárilis que haya incluido en su libro algunas de las columnas que publica en su blog, en especial, las publicadas como parte de la Jornada Bloguera de No Más Violencia contra las Mujeres. Esa iniciativa nació de Global Voices, una entidad internacional que conecta a cientos de blogueros y blogueras del mundo que utilizan las plataformas virtuales como herramienta de cambio social.  Llama especialmente la atención que Amárilis, aún teniendo la oportunidad continua de publicar en el periódico corporativo de mayor circulación en Puerto Rico, continúe publicando en su blog como una apuesta democrática y alternativa. De hecho, les invito a que visiten a http://brujasyrebeldes.blogspot.com/ para que se encuentren con más escritos de Amárilis, entre ellos, algunos de jornadas muy personales de la autora.
Por último, quisiera compartirles que cuando terminé de leer el libro, me vino a la mente las palabras de la escritora feminista ya fallecida Barbara Christian:
“Lo que escribo y cómo lo escribo lo hago para salvar mi propia vida. Y lo digo literalmente. Para mí la literatura es una manera de saber que no estoy alucinando.”
No puedo evitar pensar que Amárilis, cuando se reafirma una y otra vez como feminista, y le dice al país que ella y nosotras “estamos presentes”, que “el espacio político es nuestro” que “somos nosotras, la gente común, la que valida o invalida las acciones de los gobiernos” no está haciendo otra cosa que no sea verificar que no está alucinando: que sus sueños para su Matria son posibilidades reales si nos tomamos de la mano y hacemos frente a las dificultades, desde la certeza de que todas y todos merecemos ser felices.
          No, no alucina Amárilis. Ella dice lo que cree y aquí estamos para creer con ella.

* "Decimoslo que creemos" es el título de una pintura de Amárilis cuya foto en blanco y negro aparece en la página 47 del "Brujas y Rebeldes".

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