jueves, 13 de octubre de 2011

Las mujeres tenemos derecho a resistir

Ayer cuando me enteré que tres estudiantes mujeres de la UPR habían sido atacadas sexualmente, celebré que las tres se hubiesen defendido y denunciado sus agresiones. Sin embargo, gracias a la amiga Nahomi Galindo Malavé, hoy me entero que la UPR ha emitido una Alerta de Seguridad en la que, como una de sólo cuatro "advertencias", incluyen la no resistencia.

Ver Alerta de Seguridad aquí.

De entrada, debo decir que todas las personas debemos emitir nuestro sano juicio cuando nos vemos en una circunstancia de peligro. Eso quiere decir que si para salvar nuestras vidas es necesario no resistir, hay que no resistir. Ahora bien, las mujeres tenemos derecho no sólo a defendernos sino a que las instuciones en las que laboramos o estudiamos tomen todas las medidas necesarias para proteger nuestra integridad personal. Si eso falla o brilla por su ausencia, las mujeres debemos idear estrategias personales de protección. De hecho, diariamente lo hacemos. Hace algún tiempo, escribí para CLARIDAD:
Recientemente, a preguntas del periodista Rafael Lenín López, el Gobernador de Puerto Rico justificó el abuso policiaco del pasado 30 de junio a las afueras del Capitolio aludiendo a que las personas allí manifestándose tenían piedras y gas pimienta en sus mochilas. “Yo no sé tú pero yo no llevo “pepper spray” encima”, contestó el Gobernador. Tal vez, detrás de esas palabras dichas presuntamente de manera espontánea se esconden las verdaderas razones por las cuales el actual Gobierno ha fallado en representar los intereses de las mujeres en Puerto Rico desprotegiéndolas en situaciones de violencia o victimizándolas directamente con despidos a madres jefas de familia, desmantelando la Oficina de la Procuradora de las Mujeres, invirtiendo los escasos recursos gubernamentales en campañas ultra con servadoras y fallidas como “Promesa de Hombre” o literalmente tirándonos por unas escaleras en medio de una manifestación. Si para el Gobernador de Puerto Rico sólo se anda con gas pimienta encima para provocar violencia, es porque desconoce que cientos de mujeres en este país tienen gas pimienta, navajas, cuchillas o hasta armas de electrochoque en la cartera y en sus casas no para generar violencia, sino para defenderse de ella.


La violencia hacia las mujeres en Puerto Rico ya ha sido asumida por muchas y muchos como parte de nuestra cotidianidad. Desde que nacemos hasta que morimos las mujeres nos sabemos en riesgo. Aunque nos cueste aceptarlo Puerto Rico es, decididamente, un país violento que se ensaña específicamente contra las mujeres. Dan cuenta de ello, los titulares de todos los días: Mujer embarazada es interceptada, mientras hace ejercicios, la secuestran, la violan y la asesinan; Mujer es violada en estacionamiento público en el Viejo San Juan; Violador en serie aterroriza a estudiantes en Río Piedras ; Hombre mata a disparos a su ex-esposa y balea al hijo de ambos. Por ello, la mera posibilidad de convertirnos en víctimas de una agresión se ha convertido en una agresión por mérito propio, una agresión constante y continua que mutila nuestra autonomía y decide por nosotras desde qué ropa utilizar (para que nos tomen en serio), qué trabajos aceptar (en un ambiente dónde no nos hostiguen), por cuál acera caminar (en donde no tengamos que someternos a comentarios no deseados), en dónde estacionar (que no nos agarren desprevenidas), en dónde vivimos (que tenga seguridad 24/7).


Al fin y al cabo, la lista de consejos para evitar ser victimizadas es larga: no te pongas faldas cortas; no te mudes sin antes poner rejas; no aceptes tragos a desconocidos, o mejor, a nadie (que a veces los conocidos son los peores); no hagas jogging en la noche; deja las luces encendidas; duerme con una navaja al lado de la cama; no te estaciones en Covadonga, en las calles sospechosas de Ocean Park, en cualquier calle del casco de Río Piedras, ni en el multipisos de Plaza Las Américas; no rías las gracias; no salgas hasta la madrugada y, tal vez, ahora habría que añadir no asistas a marchas. Una no puede evitar preguntarse qué pasa si se obvian los consejos. Si nos agreden, ¿cuál será nuestra justificación para ganar la solidaridad de la sociedad? De esto obviamente nada sabe el Gobernador de turno.

(Ver artículo completo, acá)

Así las cosas, la UPR, en vez de invitar a sus estudiantes a no resistir sin más, debería propiciar y fomentar que éstas se organicen colectiva y personalmente para defenderse. Impartir un curso básico de cómo usar el gas pimienta, explicarles hacia dónde correr, señalarles dónde están los puestos de seguridad, enseñarles qué hacer si su agresor pretende moverla del lugar, qué situaciones son propicias para intentar escapar... y sí, que les expliquen qué hacer cuando el agresor está armado, aunque eso signifique no resistir. Pero, claro, la UPR no hace esto ni da preguntas a tantas interrogantes, sencillamente porque, tal como reporta El Nuevo Día, NO EXISTE UN PROTOCOLO para atender los casos de agresiones sexuales. Tampoco hay seguridad, ni guardias, ni portones. En ese contexto, decirle a una mujer que no resista es pedirle que renuncie a la única posibilidad que tiene de proteger su derecho a la paz, la salud, la vida.... es una gran irresponsabilidad.

Incluyo los siguientes enlaces que tienen información sobre la defensa personal de las mujeres:
http://www.lorenzomediano.es/obras/defensamujeres/Cuerpo-a-Cuerpo.pdf
http://es.scribd.com/doc/54350321/Manual-DPF

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