lunes, 10 de octubre de 2011

Diálogos virtuales: Del feminismo a la lucha comunitaria

Como parte del programa de formación de CLADEM, estoy sosteniendo diálogos virtuales con compañeras de nuestra región en el curso Mirándonos en el espejo: raza, etnicidad, clase y diversidades sexuales en los feminismos latinoamericanos.

Así como, anteriormente, les hice partícipes de mis reflexiones cuando tomé los talleres de monitoreo en Lima, deseo compartir con ustedes algunos de los textos y documentos que estamos discutiendo, así como algunas de las reflexiones que iré creando a lo largo del curso.

Comienzo con el documental sobre la vida de la lideresa indígena Dolores Cuacuango.

El gran ejemplo de Dolores Cacuango:
Del feminismo a la lucha comunitaria

Hace algunos años escuché a una gran feminista puertorriqueñas decir que la causa feminista es una causa amplia que recoge la defensa de todos los derechos humanos. Por ello, las feministas, cada vez más, diversificamos nuestros frentes de lucha y podemos ser encontradas en las luchas organizadas a favor del ambiente, las comunidades pobres, la educación pública, las personas con necesidades especiales, el desarrollo económico solidario y autosostenible, entre otras. La historia de lucha de Dolores Cacuango, lideresa indígena de Ecuador, es un gran ejemplo de cómo las mujeres somos capaces de llevar la causa feminista a sus niveles más amplios.

Dolores Cacuango Ecuador from cuy ecuador on Vimeo.

No me sorprende que Dolores haya comenzado su lucha social para defenderse y defender a otras mujeres de las agresiones sexuales de sus patrones. Por eso, organizó a las mujeres primero y después a las comunidades. Partió a Quito, dónde luchó contra la discriminación racial y las diferencias sociales. Organizó a los indígenas, fomentó huelgas, luchó por escuelas bilingües, en fin, se convirtió en una verdadera revolucionaria.

El proceso político personal también se da desde el otro lado. Muchas mujeres comienzan a formarse políticamente cuando, por ejemplo, les quieren arrebatar la tierra o su vivienda. Crean alianzas, organizan colectivos de resistencia, presionan a sus legisladores y, en el camino, se convierten en grandes mujeres políticas- sin necesariamente llamarse feministas. A veces la propia lucha comunitaria les da lecciones, cómo cuando la voz del hombre se valida más que la de la mujer, o cuando se pretende relegar a las mujeres a un espacio de trabajo limitado. Es ahí cuando se dan cuenta que se tienen que formar también dentro del feminismo para ser aún más efectivas. Se da entonces una feliz y acertada coincidencia entre la causa comunitaria y la feminista.

Por otra parte, las nuevas corrientes comunitarias han llegado para vigorizar las voces de las “de abajo”, es decir, a las mujeres que tradicionalmente no se han sentido convocadas por el feminismo por conectarlo con un movimiento de mujeres aventajadas ya sea económica o académicamente. En cuanto a eso, los feminismos podemos aprender y crecer desde las maneras democráticas, abiertas y amplias, nutriéndonos del trabajo popular y no meramente dogmático, y mediante la validación real y sincera de todas las mujeres.

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