Primera Hora*
14 de septiembre de 2009
Francisco Rodríguez-Burns / Primera Hora
Desterradas por el crimen.
Es la mujer que empuja un carrito de bebé o la vecina que habla con una amiga en una esquina de su comunidad. Podrían pasar desapercibidas para gran parte de la ciudadanía, pero muchas otras personas de su vecindario conocen su historial, con quién andan y cómo viven. Son las mujeres del punto de drogas.
Algunas fuentes policiacas sostienen que su presencia en los puntos se ha ampliado durante los últimos años y aseguran, además, que en Puerto Rico estas mujeres suponen otro elemento que ha dificultado los operativos que se realizan contra los tiradores y los pejes gordos del narcotráfico.
Otros conocedores del tema, como el experto en drogadicción y tratamiento José Vargas Vidot, dijo que la visibilidad de las mujeres en los puntos ha aumentado por el problema de adicción que arropa al país, aunque precisó que históricamente éstas se han caracterizado por ser las gate keepers del punto, es decir, las que determinan quién entra y sale del centro de distribución de narcóticos, la curadora en los hospitalillos o las empleadas leales que están dispuestas a ejercer múltiples funciones para ganar aceptación en una empresa criminal dominada por los hombres.
Pero, al mismo tiempo, dijo Vargas Vidot, son las que enfrentan más obstáculos para reintegrarse en su comunidad una vez intentan romper las cadenas de su adicción. A diferencia de los hombres, las mujeres adictas se utilizan frecuentemente como vendedoras, aunque usualmente son las que pagan el peor precio por su participación en el punto o por incurrir en la prostitución para pagar su vicio. Usualmente mueren solas, ante una sociedad que parece estar más dispuesta a perdonar a un hombre que a una mujer por su incursión en el sórdido mundo de las drogas. “El final de muchas de las mujeres es la muerte. He tenido que identificar los cadáveres de más mujeres que hombres en lo que llevo de experiencia en la calle…. Mueren en la soledad” , dijo Vargas Vidot.
¿Desplazamiento?
Según investigaciones del Negociado de Drogas de la Policía, las mujeres están ocupando posiciones en los puntos de drogas que históricamente les competían a los hombres.
A pesar de algunas notables excepciones, las narcotraficantes apenas alcanzan puestos intermedios como vendedoras, ya que usualmente se inician en los puntos como vigilantes y mensajeras. Muchas, sin embargo, son contratadas para “cocinar” la droga, proceso que en ocasiones se hace en espacios cerrados con poca ventilación y que se asocia con altos niveles de adicción y serios problemas respiratorios.
“Se ha dado un auge de mujeres en los puntos de droga, particularmente en la zona metropolitana”, sostuvo el director del Negociado de Drogas de la capital, Félix Bauzó. “Muchas de éstas son adictas y con su participación en el punto cubren con las cuotas de las sustancias”, añadió el oficial.
El reclutamiento de mujeres adictas en los puntos de drogas coincide con otras modalidades criminales que persiguen proteger la mercancía ilegal cuando se encuentra en manos de los vendedores. Las cápsulas de crack, por ejemplo, se envuelven en plástico y son selladas con calor para cumplir con un doble propósito: el comprador puede comprobar la cantidad de la mercancía a través de la envoltura transparente mientras el vendedor es desalentado de consumir la sustancia por la marca que dejaría su apertura en el contenedor.
A nivel operacional, los cabecillas de las pandillas reducen el riesgo de que alguno de sus socios sea arrestado al utilizar a los adictos vendedores. Por consiguiente, el dinero de los fondos que muchos puntos mantienen ante la eventualidad del arresto de alguno de sus hombres más cercanos también puede ser menor.
En un mercado dominado por la ley del gatillo, son pocas las mujeres que alcanzan la posición de lugarteniente o cabecilla, aunque sí hay algunas seniors que pueden mantener un control indirecto de los puntos. Tienden a ser personas con reputación cuya fuerza estriba en sus contactos en la comunidad. “Hay puntos que tienen que contar con ellas”, indicó el investigador veterano.
Aunque no trabajen directamente en el punto, otras mujeres son contratadas para provocar motines durante los operativos policiacos. Investigaciones apuntan a que muchas de éstas reciben dinero de los puntos para provocar confrontaciones con policías, que son grabadas en vídeo por otros narcotraficantes para su eventual diseminación a través de los medios de comunicación.
“El rol de la mujer es muy grande. No es lo mismo intervenir con un hombre que con una mujer”, dijo.
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