lunes, 9 de mayo de 2011

Arzobispo de San Juan condena violencia contra mujeres

Señor Arzobispo: Para enfrentar la violencia contra nosotras, es imperativa la educación desde una perspectiva de género. Su Iglesia, a través de su rama ideológica EL VISITANTE, ha sido uno de los grandes obstáculos para lograrla. No basta con rezar para evitar el puño, el disparo o el cuchillazo. ¿Qué hará?


domingo, 8 de mayo de 2011
03:11 p.m.
Istra Pacheco / Primera Hora

El arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves, condenó hoy la violencia, la discriminación y la falta de empleo que padecen las mujeres puertorriqueñas.

Al mismo tiempo, el líder religioso hizo un llamado a los feligreses para que cobren conciencia sobre estos problemas y se reconozca el valor de las aportaciones de las féminas a la historia y al fortalecimiento de la familia.

Durante la misa del Día de las Madres en la Catedral de San Juan, González Nieves enfatizó que las mujeres cumplieron un rol importante en la vida de Cristo ya que, entre otras cosas, fueron las primeras elegidas para atestiguar que había resucitado. Indicó que, como los apóstoles, a algunas se les permitió seguirlo y hablaban con él “de tú a tú”, actitud que pidió seguir.

“Nos debe apenar a todos y todas la situación de muchas mujeres en Puerto Rico”, declaró durante la homilía.

“En lo que va del año, 15 han sido asesinadas por violencia por parte de sus cónyuges o parejas. A esto se suma el histórico discrimen al que han sido sometidas y la falta de oportunidades de empleos para ellas”, agregó el monseñor.

Dijo que por eso “hoy elevamos nuestros ojos a Jesús y pedimos que (las mujeres) sientan tu promesa, tu presencia para que Tú seas su fortaleza”, agregó.

El Arzobispo enfatizó además que “en una época de marcado machismo” la táctica de Jesús de incluir mujeres en su séquito fue decisiva “para significar la dignidad de la mujer y su valor indiscutible”, ya que las acogió y “tuvo singular misericordia con las pecadoras”.

Luego, González Nieves resaltó el papel de las madres en la sociedad boricua y su rol para transmitir los valores por los que vivió Jesucristo.

Acto seguido, pidió a las mujeres que han abortado naturalmente o por elección que les pongan nombre a los hijos aunque no hayan nacido para que “se sientan protegidas por esos angelitos”.

Sin embargo, después de arremeter contra las mujeres que no quieran completar su embarazo, les pidió que entreguen a las criaturas en adopción “como un gesto de amor y entrega”.

Durante la ceremonia era notable la gran cantidad de familias que en un esfuerzo gigantesco por ignorar el sofocante calor de la iglesia, escuchaban las palabras del líder religioso.

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