sábado, 6 de junio de 2009

Sicarios de la Intolerancia

Hasta ahora, no había comentado por aquí el asesinato del Dr. George Tiller, médico que siempre mostró su compromiso con ayudar a las mujeres embarazadas que necesitaron de sus servicios para terminar un embarazo en el último trimestre. Lo asesinaron en medio de un servicio religioso. El doctor creía en Dios, y su asesino ¿en qué?

Aquí les copio una reflexión de la amiga Olga López Báez.

05-Junio-2009
OLGA LÓPEZ BÁEZ
Sicarios de la intolerancia

El doctor George Tiller, un reconocido ginecólogo de Estados Unidos, fue asesinado el domingo 31 de mayo entrando a su iglesia la cual visitaba todos los domingos.

El doctor Tiller era uno de los pocos ginecólogos en ese país que hacía terminaciones de embarazo en el segundo y tercer trimestre. Fue blanco de los sectores mal llamados “pro vida” por cerca de dos décadas.

Como resultado de ese continuo hostigamiento fue herido de bala en ambos brazos en los años noventa. La mujer que lo tiroteó en aquel entonces todavía cumple su pena de cárcel. ¿Es que acaso existe alguna diferencia entre estos actos y los actos de los talibanes?

La presión y el hostigamiento al doctor Tiller también se extendió recientemente a miles de sus pacientes cuando un gran jurado de Kansas intentó obtener expedientes médicos invocando una ley de 1887.

Esa acción la instó el grupo extremista antiaborto “Kansas for Life and Operation Rescue”.

Las pacientes no solamente les preocupaba la violación a su derecho a la intimidad, sino que temían por su propia seguridad y la de sus familias.

Gracias a la intervención del Center for Reproductive Rights ante el Tribunal Supremo de Kansas, fracasó ese otro atentado contra el derecho de la intimidad de esas pacientes.

El asesinato del doctor George Tiller a manos de los sicarios de la intolerancia y la ignorancia pone en el tapete la realidad a la que recurren los sectores más recalcitrantes del fundamentalismo. Son las mismas voces que nos dicen a las mujeres el cómo y el cuándo debemos parir porque nos consideran unas meras incubadoras.

Y son precisamente esas mismas voces que nos dicen a quiénes tenemos que amar para poder formar una familia.

A ver, ¿quiénes son entonces los torcidos y las torcidas?

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