The availability of abortion removes the one remaining legitimized reason that women have had to refusing sex besides the headache.
Catharine A. MacKinnon, "Privacy v. Equality: Beyond Roe v. Wade", Feminism Unmodified (1983).
jueves, 25 de junio de 2009
miércoles, 24 de junio de 2009
Discriminación en ¿¿¿Broadway???
Estudio con sorprendentes resultados.
lunes, 22 de junio de 2009
Hay que saber cuándo parar
Aquí un regalo fascinante sobre una mujer que supo cuándo parar. Ni antes ni después, sino justo. (¡¡¡Gracias Erika!!!)
viernes, 19 de junio de 2009
"Yo no fui a la marcha y me botaron"
En WKAQ Radio están circulando una promoción de la intervención de una empleada gubernamental recién cesanteada en el programa de Luis Francisco Ojeda. En la pauta, podemos escuchar a la empleada, ahogada en llanto, contarnos cómo teme perder su plan médico, cómo tomó exámenes para entrar al Gobierno (y no como batata política) y, ya al final, dijo: “Yo no fui a la marcha y me botaron”.
Esas palabras me convocan para hablar, una vez más, de la solidaridad.
Hace muchos años, decidí que el miedo no iba a paralizar mis creencias. Que no es suficiente creer vehementemente en algo, una tiene que poner la acción en dónde pone la palabra y que vale la pena, MUCHO LA PENA, arriesgarse a favor de otras personas. Aprendí, además, que el MIEDO no rinde dividendos. En estos momentos, en que Puerto Rico retrocede tanto y tanto, en que tenemos un gobierno neoliberal a lo bruto (y tan anacrónico) tenemos que salir a la calle.
A la calle, por la gente del Caño. A la calle, por los empleados gubernamentales. A la calle, por los empleados de la industria privada que son y serán desplazados. A la calle, por las “comunidades especiales”. A la calle, por los gays. A la calle, por las mujeres. A la calle, por las playas. A la calle, por el país.
Y con calle no me refiero literalmente a la calle. Hay que marchar, pero también hay que escribir y publicar, crear blogs, llamar a la radio, conversar con la vecina o el vecino y crear conciencia. En cada esquina, denunciar. Y utilizar la suerte que tenemos muchas y muchos de tener un trabajo más o menos seguro, para entonces utilizar nuestras voces a favor de aquéllos y aquéllas que no se atreven a hablar. Pero, también hay que alentar a esas voces en silencio, a que superen el miedo. Al final, aún si no marchas, te botan. Hay que morir con las botas puestas.
Esas palabras me convocan para hablar, una vez más, de la solidaridad.
Hace muchos años, decidí que el miedo no iba a paralizar mis creencias. Que no es suficiente creer vehementemente en algo, una tiene que poner la acción en dónde pone la palabra y que vale la pena, MUCHO LA PENA, arriesgarse a favor de otras personas. Aprendí, además, que el MIEDO no rinde dividendos. En estos momentos, en que Puerto Rico retrocede tanto y tanto, en que tenemos un gobierno neoliberal a lo bruto (y tan anacrónico) tenemos que salir a la calle.
A la calle, por la gente del Caño. A la calle, por los empleados gubernamentales. A la calle, por los empleados de la industria privada que son y serán desplazados. A la calle, por las “comunidades especiales”. A la calle, por los gays. A la calle, por las mujeres. A la calle, por las playas. A la calle, por el país.
Y con calle no me refiero literalmente a la calle. Hay que marchar, pero también hay que escribir y publicar, crear blogs, llamar a la radio, conversar con la vecina o el vecino y crear conciencia. En cada esquina, denunciar. Y utilizar la suerte que tenemos muchas y muchos de tener un trabajo más o menos seguro, para entonces utilizar nuestras voces a favor de aquéllos y aquéllas que no se atreven a hablar. Pero, también hay que alentar a esas voces en silencio, a que superen el miedo. Al final, aún si no marchas, te botan. Hay que morir con las botas puestas.
miércoles, 17 de junio de 2009
¿Qué es la mujer?
¿Qué es la mujer? Pánico, alarma general para una defensa activa. Francamente, es un problema que las lesbianas no tenemos porque hemos hecho un cambio de perspectiva, y sería incorrecto decir que las lesbianas nos relacionamos, hacemos el amor o vivimos con mujeres, porque el término "mujer" tiene sentido sólo en los sistemas económicos y de pensamiento heterosexuales. Las lesbianas no somos mujeres (como no lo es tampoco ninguna mujer que no esté en relación de dependencia personal con un hombre).
Monique Wittig- La mente hetero (1978)
* En estos días he comenzado una investigación sobre un tema feminista, y no he podido resistirme a la idea de utilizar el blog para citar las expresiones geniales y provocadoras de algunas de las teóricas que voy descubriendo. Vendrán más.
viernes, 12 de junio de 2009
Y se abre el debate en España con la noticia de ayer...
... y hasta confundida estoy....
Resulta que, como surge de la noticia que les colgué ayer, un juzgador en España condenó a cárcel a una mujer que maltrató fisícamente a su esposa, bajo la Ley que prohíble la Violencia de Género en España. Eso ha creado cierta conmoción en la comunidad jurídica porque, según algunos, la ley de Género es clara, sólo aplica a actos de violencia de un hombre a una mujer. Por eso, la propia Fiscalía que buscó la pena de la convicta, ahora pondera incoar una apelación para que se aclare que esto se trata de violencia doméstica y no de género. O sea, que en España sí se castiga la violencia doméstica entre mujeres y entre hombres pero no reconocen que eso sea violencia por género. Vaya con el debate.
Mi amigo Aníbal, en cuanto leyó la noticia de ayer, me preguntó, ¿pero eso es violencia de género? Y yo le contesté que me parecía que sí, porque la violencia en contra de una persona por razón de su género se puede dar por alguién de ese propio género. ¿O no? Me parece demasiado restrictivo, sobre todo, si queremos abrir de una vez y por todas las fronteras impuestas por las construcciones sociales que dictan nuestra identidad sexual- que no reconozcamos que una mujer puede, por razón de género, maltratar a su compañera. Como sea, todo no lo tengo claro. Pero me parece fenómenal que en España se esté dando esta discusión.
Aquí la noticia. Por favor, coloquen sus comentarios por aquí para que todos y todas podamos aprender.
Para quien le interese, este es el texto completo de la Ley de Género. Desde su exposición de motivos se desprende la clara intención de penalizar el mal de la violencia de las mujeres en manos de los hombres.
Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género
Resulta que, como surge de la noticia que les colgué ayer, un juzgador en España condenó a cárcel a una mujer que maltrató fisícamente a su esposa, bajo la Ley que prohíble la Violencia de Género en España. Eso ha creado cierta conmoción en la comunidad jurídica porque, según algunos, la ley de Género es clara, sólo aplica a actos de violencia de un hombre a una mujer. Por eso, la propia Fiscalía que buscó la pena de la convicta, ahora pondera incoar una apelación para que se aclare que esto se trata de violencia doméstica y no de género. O sea, que en España sí se castiga la violencia doméstica entre mujeres y entre hombres pero no reconocen que eso sea violencia por género. Vaya con el debate.
Mi amigo Aníbal, en cuanto leyó la noticia de ayer, me preguntó, ¿pero eso es violencia de género? Y yo le contesté que me parecía que sí, porque la violencia en contra de una persona por razón de su género se puede dar por alguién de ese propio género. ¿O no? Me parece demasiado restrictivo, sobre todo, si queremos abrir de una vez y por todas las fronteras impuestas por las construcciones sociales que dictan nuestra identidad sexual- que no reconozcamos que una mujer puede, por razón de género, maltratar a su compañera. Como sea, todo no lo tengo claro. Pero me parece fenómenal que en España se esté dando esta discusión.
Aquí la noticia. Por favor, coloquen sus comentarios por aquí para que todos y todas podamos aprender.
Para quien le interese, este es el texto completo de la Ley de Género. Desde su exposición de motivos se desprende la clara intención de penalizar el mal de la violencia de las mujeres en manos de los hombres.
Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género
jueves, 11 de junio de 2009
lunes, 8 de junio de 2009
Organizaciones de mujeres dicen PRESENTE en la Asamblea del Pueblo
sábado, 6 de junio de 2009
Sicarios de la Intolerancia
Hasta ahora, no había comentado por aquí el asesinato del Dr. George Tiller, médico que siempre mostró su compromiso con ayudar a las mujeres embarazadas que necesitaron de sus servicios para terminar un embarazo en el último trimestre. Lo asesinaron en medio de un servicio religioso. El doctor creía en Dios, y su asesino ¿en qué?
Aquí les copio una reflexión de la amiga Olga López Báez.
05-Junio-2009
OLGA LÓPEZ BÁEZ
Sicarios de la intolerancia
El doctor George Tiller, un reconocido ginecólogo de Estados Unidos, fue asesinado el domingo 31 de mayo entrando a su iglesia la cual visitaba todos los domingos.
El doctor Tiller era uno de los pocos ginecólogos en ese país que hacía terminaciones de embarazo en el segundo y tercer trimestre. Fue blanco de los sectores mal llamados “pro vida” por cerca de dos décadas.
Como resultado de ese continuo hostigamiento fue herido de bala en ambos brazos en los años noventa. La mujer que lo tiroteó en aquel entonces todavía cumple su pena de cárcel. ¿Es que acaso existe alguna diferencia entre estos actos y los actos de los talibanes?
La presión y el hostigamiento al doctor Tiller también se extendió recientemente a miles de sus pacientes cuando un gran jurado de Kansas intentó obtener expedientes médicos invocando una ley de 1887.
Esa acción la instó el grupo extremista antiaborto “Kansas for Life and Operation Rescue”.
Las pacientes no solamente les preocupaba la violación a su derecho a la intimidad, sino que temían por su propia seguridad y la de sus familias.
Gracias a la intervención del Center for Reproductive Rights ante el Tribunal Supremo de Kansas, fracasó ese otro atentado contra el derecho de la intimidad de esas pacientes.
El asesinato del doctor George Tiller a manos de los sicarios de la intolerancia y la ignorancia pone en el tapete la realidad a la que recurren los sectores más recalcitrantes del fundamentalismo. Son las mismas voces que nos dicen a las mujeres el cómo y el cuándo debemos parir porque nos consideran unas meras incubadoras.
Y son precisamente esas mismas voces que nos dicen a quiénes tenemos que amar para poder formar una familia.
A ver, ¿quiénes son entonces los torcidos y las torcidas?
Aquí les copio una reflexión de la amiga Olga López Báez.
05-Junio-2009
OLGA LÓPEZ BÁEZ
Sicarios de la intolerancia
El doctor George Tiller, un reconocido ginecólogo de Estados Unidos, fue asesinado el domingo 31 de mayo entrando a su iglesia la cual visitaba todos los domingos.
El doctor Tiller era uno de los pocos ginecólogos en ese país que hacía terminaciones de embarazo en el segundo y tercer trimestre. Fue blanco de los sectores mal llamados “pro vida” por cerca de dos décadas.
Como resultado de ese continuo hostigamiento fue herido de bala en ambos brazos en los años noventa. La mujer que lo tiroteó en aquel entonces todavía cumple su pena de cárcel. ¿Es que acaso existe alguna diferencia entre estos actos y los actos de los talibanes?
La presión y el hostigamiento al doctor Tiller también se extendió recientemente a miles de sus pacientes cuando un gran jurado de Kansas intentó obtener expedientes médicos invocando una ley de 1887.
Esa acción la instó el grupo extremista antiaborto “Kansas for Life and Operation Rescue”.
Las pacientes no solamente les preocupaba la violación a su derecho a la intimidad, sino que temían por su propia seguridad y la de sus familias.
Gracias a la intervención del Center for Reproductive Rights ante el Tribunal Supremo de Kansas, fracasó ese otro atentado contra el derecho de la intimidad de esas pacientes.
El asesinato del doctor George Tiller a manos de los sicarios de la intolerancia y la ignorancia pone en el tapete la realidad a la que recurren los sectores más recalcitrantes del fundamentalismo. Son las mismas voces que nos dicen a las mujeres el cómo y el cuándo debemos parir porque nos consideran unas meras incubadoras.
Y son precisamente esas mismas voces que nos dicen a quiénes tenemos que amar para poder formar una familia.
A ver, ¿quiénes son entonces los torcidos y las torcidas?
jueves, 4 de junio de 2009
Debate on Whether Female Judges Decide Differently Arises Anew
Aprovechemos la nominación de Sonia Sotomayor al Tribunal Supremo de E.U. para conversar, reflexionar y problematizar sobre el proceso de adjudicación judicial que nos afecta a las mujeres como juzgadoras, litigantes y partes.
NYTIMES
June 4, 2009
Debate on Whether Female Judges Decide Differently Arises Anew
By NEIL A. LEWIS
WASHINGTON — Sandra Day O’Connor, the first woman to serve on the Supreme Court, is often quoted as saying that a wise female judge will come to the same conclusion as a wise male judge.
But the opposing argument was bolstered forcefully in April by Justice Ruth Bader Ginsburg, currently the court’s only woman, in a case involving Savana Redding, a 13-year-old girl who had been strip-searched at school by the authorities on suspicion of hiding some ibuprofen pills that may be bought over-the-counter.
“They have never been a 13-year-old girl,” Justice Ginsburg said of her eight male colleagues, several of whom had suggested during oral argument that they were not troubled by the search.
“It’s a very sensitive age for a girl,” Justice Ginsburg went on to say in an interview with USA Today. “I didn’t think that my colleagues, some of them, quite understood.”
Now that President Obama has nominated Judge Sonia Sotomayor to become the third woman in the court’s history, the question of how female judges may see and decide some cases differently is again being weighed.
Judge Sotomayor herself raised the issue of personal experience in judging and engendered mixed reviews recently for a speech she gave in 2001 in which she said, “I would hope that a wise Latina woman with the richness of her experiences would more often than not reach a better conclusion than a white male who hasn’t lived that life.”
But the idea that women may inherently view the law differently on occasion is something that troubles even several female judges who believe it may be so.
Judge Judith S. Kaye, who was the chief judge of New York State for 16 years until her recent retirement, said she had long avoided engaging others on the question. “I struggled with it for the 25 years I served as a judge,” Judge Kaye said.
But she said she had ultimately come to terms with defending the idea that women judges will, at times, see things differently. “To defend the idea that women come out different on some cases, I just feel it,” Judge Kaye said.
“I feel it to the depths of my soul,” she added, because a woman’s experiences are “just different.”
Lawrence Robbins, a veteran litigator in Washington, disagreed, saying, “Any person in the real world should be highly reluctant to make these broad generalizations.”
While Mr. Robbins said it was indisputable that people brought different experiences to the bench, “the role of a judge requires that the person who holds that position recognizes those dispositions that come from personal experience and tries to surmount them.”
“Giving vent to the bias of one’s own experiences would lead to a wrong result, not a proper one,” Mr. Robbins said.
That notion echoes comments by Chief Justice John G. Roberts Jr. and Justice Clarence Thomas at their confirmation hearings that judges should be like neutral baseball umpires.
Miriam Nemetz, a Washington lawyer who has also litigated cases before both men and women at all levels, said that when considering the issue, it was important to note that the question must be narrowed to whether women might see and decide differently in some cases or situations, not everything that came before the courts.
Ms. Nemetz said she was recently involved in a Supreme Court case involving the Constitution’s commerce clause and the disposal of trash. “No one would contend that case could have anything to do with whether the judges were male or female,” she said. On the other hand, she noted, the recent strip-search case directly raised the issue of how offensive or intrusive the school’s actions were, and that judgment is surely subject to the justices’ own views.
Justice Steven G. Breyer was one of several on the court who suggested during oral argument that he was untroubled by the search. Justice Breyer said that when he was that age, boys stripped down to their underwear in the locker room and “people did stick things in my underwear,” a comment that produced hearty laughter from Justice Thomas.
Justice Ginsburg seemed annoyed, saying that “it wasn’t just that they were stripped to their underwear,” explaining that Ms. Redding was made to stretch out her bra and underpants for two female school officials to look inside.
If there was any doubt that she was seething over the matter, Justice Ginsburg took the extraordinary step two weeks later of discussing the case with a reporter even though the case was still pending.
In the interview with Joan Biskupic of USA Today, Justice Ginsburg also said that as a woman she had sometimes found her comments ignored in the justices’ private conferences until someone else made the same point. She said the experience recalled her early years as a female lawyer whose comments in group discussions were not properly valued.
Justice Ginsburg also dissented in a 2007 case in which the court ruled that Lily Ledbetter, who had worked at a Goodyear tire factory, could not sue over unequal pay because she failed to file her complaint in a timely manner.
And joining another dissent that year, she reacted harshly to Justice Anthony M. Kennedy’s majority opinion upholding a federal ban on a procedure that abortion opponents call “partial-birth” abortion. Justice Kennedy said women who undergo the procedure were liable to attacks of conscience. Justice Ginsburg responded that those views reflected “ancient notions of women’s place in the family and under the Constitution — ideas that have long since been discredited.”
The most prominent and recent academic study comparing male and female judges found that female judges were more likely than males to decide in favor of plaintiffs who alleged sex discrimination at the workplace. But the study, an unpublished paper by Christina L. Boyd, Lee Epstein and Andrew D. Martin, found no difference in cases involving disability law, environmental issues and capital punishment.
In addition, the study said female judges might exert their influence in cases that were decided by multijudge federal appeals panels.
“Likewise, when a woman serves on a panel with men, the men are significantly more likely to rule in favor of the rights litigant,” it said.
NYTIMES
June 4, 2009
Debate on Whether Female Judges Decide Differently Arises Anew
By NEIL A. LEWIS
WASHINGTON — Sandra Day O’Connor, the first woman to serve on the Supreme Court, is often quoted as saying that a wise female judge will come to the same conclusion as a wise male judge.
But the opposing argument was bolstered forcefully in April by Justice Ruth Bader Ginsburg, currently the court’s only woman, in a case involving Savana Redding, a 13-year-old girl who had been strip-searched at school by the authorities on suspicion of hiding some ibuprofen pills that may be bought over-the-counter.
“They have never been a 13-year-old girl,” Justice Ginsburg said of her eight male colleagues, several of whom had suggested during oral argument that they were not troubled by the search.
“It’s a very sensitive age for a girl,” Justice Ginsburg went on to say in an interview with USA Today. “I didn’t think that my colleagues, some of them, quite understood.”
Now that President Obama has nominated Judge Sonia Sotomayor to become the third woman in the court’s history, the question of how female judges may see and decide some cases differently is again being weighed.
Judge Sotomayor herself raised the issue of personal experience in judging and engendered mixed reviews recently for a speech she gave in 2001 in which she said, “I would hope that a wise Latina woman with the richness of her experiences would more often than not reach a better conclusion than a white male who hasn’t lived that life.”
But the idea that women may inherently view the law differently on occasion is something that troubles even several female judges who believe it may be so.
Judge Judith S. Kaye, who was the chief judge of New York State for 16 years until her recent retirement, said she had long avoided engaging others on the question. “I struggled with it for the 25 years I served as a judge,” Judge Kaye said.
But she said she had ultimately come to terms with defending the idea that women judges will, at times, see things differently. “To defend the idea that women come out different on some cases, I just feel it,” Judge Kaye said.
“I feel it to the depths of my soul,” she added, because a woman’s experiences are “just different.”
Lawrence Robbins, a veteran litigator in Washington, disagreed, saying, “Any person in the real world should be highly reluctant to make these broad generalizations.”
While Mr. Robbins said it was indisputable that people brought different experiences to the bench, “the role of a judge requires that the person who holds that position recognizes those dispositions that come from personal experience and tries to surmount them.”
“Giving vent to the bias of one’s own experiences would lead to a wrong result, not a proper one,” Mr. Robbins said.
That notion echoes comments by Chief Justice John G. Roberts Jr. and Justice Clarence Thomas at their confirmation hearings that judges should be like neutral baseball umpires.
Miriam Nemetz, a Washington lawyer who has also litigated cases before both men and women at all levels, said that when considering the issue, it was important to note that the question must be narrowed to whether women might see and decide differently in some cases or situations, not everything that came before the courts.
Ms. Nemetz said she was recently involved in a Supreme Court case involving the Constitution’s commerce clause and the disposal of trash. “No one would contend that case could have anything to do with whether the judges were male or female,” she said. On the other hand, she noted, the recent strip-search case directly raised the issue of how offensive or intrusive the school’s actions were, and that judgment is surely subject to the justices’ own views.
Justice Steven G. Breyer was one of several on the court who suggested during oral argument that he was untroubled by the search. Justice Breyer said that when he was that age, boys stripped down to their underwear in the locker room and “people did stick things in my underwear,” a comment that produced hearty laughter from Justice Thomas.
Justice Ginsburg seemed annoyed, saying that “it wasn’t just that they were stripped to their underwear,” explaining that Ms. Redding was made to stretch out her bra and underpants for two female school officials to look inside.
If there was any doubt that she was seething over the matter, Justice Ginsburg took the extraordinary step two weeks later of discussing the case with a reporter even though the case was still pending.
In the interview with Joan Biskupic of USA Today, Justice Ginsburg also said that as a woman she had sometimes found her comments ignored in the justices’ private conferences until someone else made the same point. She said the experience recalled her early years as a female lawyer whose comments in group discussions were not properly valued.
Justice Ginsburg also dissented in a 2007 case in which the court ruled that Lily Ledbetter, who had worked at a Goodyear tire factory, could not sue over unequal pay because she failed to file her complaint in a timely manner.
And joining another dissent that year, she reacted harshly to Justice Anthony M. Kennedy’s majority opinion upholding a federal ban on a procedure that abortion opponents call “partial-birth” abortion. Justice Kennedy said women who undergo the procedure were liable to attacks of conscience. Justice Ginsburg responded that those views reflected “ancient notions of women’s place in the family and under the Constitution — ideas that have long since been discredited.”
The most prominent and recent academic study comparing male and female judges found that female judges were more likely than males to decide in favor of plaintiffs who alleged sex discrimination at the workplace. But the study, an unpublished paper by Christina L. Boyd, Lee Epstein and Andrew D. Martin, found no difference in cases involving disability law, environmental issues and capital punishment.
In addition, the study said female judges might exert their influence in cases that were decided by multijudge federal appeals panels.
“Likewise, when a woman serves on a panel with men, the men are significantly more likely to rule in favor of the rights litigant,” it said.
Los hijas e hijas de las mujeres trabajadoras tienen DERECHO a protestar
En este país, cada día aparece un legislador con una idea estúpida para robarse algunos titulares de prensa. Esta vez a uno de ellos se le ocurrió un proyecto de ley para impedir que menores de 14 años marchen junto a sus madres y padres a favor de los trabajadores y las trabajadoras y en contra de las prácticas neoliberales (y tan anacrónicas) del actual gobierno de Puerto Rico. Como bien llamó mi atención la amiga Eva Prados, ¿qué quiere el legislador? ¿que ahora las madres trabajadoras tengan que dejar a sus hijos con niñeras para luchar por sus derechos?
La noticia aquí.
La noticia aquí.
No demos las cosas por sentadas, allá afuera hay un mundo que nos necesita
Gracias a mi amigo Albéniz Couret, tuve acceso a este enlace que significa el estado del derecho a terminar un embarazo en otros países, fuera de Estados Unidos. Muy importante, muy importante.
The List: The New Global Abortion Debate
The List: The New Global Abortion Debate
miércoles, 3 de junio de 2009
Desde aquí reclamamos NO MAS DISCRIMEN
Ayer representantes de la comunidad LGTB celebraron una conferencia de prensa para exigir que la medida de la representante Liza Fernández (en uno de sus momentos de claridad) y el representante Héctor Ferrer para prohibir el discrimen por orientación sexual incluya también la identidad de género.
Ver artículo.
Ver artículo.
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