jueves, 5 de septiembre de 2013

La esperanza de la perspectiva de género


ROSA IVELISSE COLLAZO

Ya se sienten los vientos de lo que anticipamos será otra oleada de desinformación en torno a medidas de avanzada para promover la equidad de género. Surgen a raíz del Proyecto del Senado 484 para monitorear el cumplimiento del Departamento de Educación y de la Oficina de la Procuradora de las Mujeres en la creación e implantación de un currículo de género en las escuelas públicas.

El concepto género es considerado una categoría social y de análisis que explica las desigualdades entre hombres y mujeres, haciendo énfasis en la multiplicidad de identidades. La perspectiva de género comprende un conjunto de mecanismos que, al incorporarse de forma deliberada, incide en los programas, leyes, acciones públicas, en los bienes y servicios tendentes a eliminar la desigualdad entre los géneros y las formas de subordinación y dominio.

Según la profesora Ana Irma Rivera, la perspectiva de género es una metodología para explorar las inequidades que usualmente se ocultan en muchas cosas que hacemos. A través de la misma se pretende analizar la forma en que mediante los procesos de socialización (escuela, familia, iglesia, medios de comunicación, etc.) se educa sobre la feminidad y la masculinidad.

Educar con perspectiva de género implica la deconstrucción del montaje de creencias y estereotipos que mantienen el discrimen y la desigualdad social entre los géneros. Integrar esta perspectiva es esencial para generar cambios sociales fundamentales. Contiene en sí misma la semilla de la esperanza pues posibilita la transformación de la situación de opresión que viven las mujeres y la violencia de género, la cual ha sido socialmente construida y por lo tanto erradicable.

En Puerto Rico se observa un clima de resistencia hacia el tema de género. Señala la doctora Vivian Rodríguez que a partir del año 2000 ha habido un resurgir de ataques despiadados en contra del género, las feministas y de todo discurso y proyecto de ley que promueva la diversidad y la equidad entre los géneros. Indica Rodríguez que se ha desatado una nueva condición caracterizada por un miedo irracional al concepto género, o “generofobia”, y la sostienen grupos religiosos, algunos políticos y legisladores, así como ciudadanos particulares. Destaca también la doctora, que los opositores postulan erróneamente que se pretende enseñar homosexualidad y promiscuidad sexual en lo que constituye un reprochable discurso homofóbico y misógino.

La causa de esta “neurosis colectiva” fue la Carta Circular #3 de 2008 para la incorporación de la perspectiva de género en el currículo educativo, según Rodríguez.

Esta iniciativa, la cual constituye una medida de acción afirmativa urgentemente necesaria, no ha podido ser implantada debido a las presiones indebidas del fundamentalismo religioso en los asuntos del Gobierno.

Como señala el sociólogo Samuel Silva el fundamentalismo es un movimiento político-religioso históricamente definido, peligroso para la democracia y los derechos humanos.

Conlleva según Silva, monumentales acusaciones contra la comunidad LGBTT y todo lo que tenga que ver con los derechos de las mujeres.

Por otro lado, no debemos olvidar que en el programa de gobierno del PPD se prometió la incorporación de la perspectiva de género en la política pública educativa y que el voto de las mujeres fue fundamental en la elección de Alejandro García Padilla como gobernador.

El clima de hostilidad hacia la diversidad y la equidad de géneros que se vive en Puerto Rico atrasa, con resultados devastadores para las mujeres y el desarrollo del país, la implantación de políticas de vanguardia. No obstante, consideramos que poco a poco se va creando conciencia de la desigualdad que viven las mujeres y la necesidad de erradicar el problema desde su raíz, es decir, desde la educación temprana.

Los países con más alta participación social de las mujeres, así como de un mayor desarrollo, han combatido la marginación de éstas con acciones democratizadoras y profundas reformas educativas, sociales, económicas y jurídicas.

Urge actuar ahora. No podemos esperar más.

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