Análisis del Colegio Médico establece con claridad el perfil del delincuente juvenil
Por Limarys Suárez Torres /lsuarez1@elnuevodia.com
La mayoría de los jóvenes ingresados en las instituciones juveniles de Puerto Rico fueron desertores escolar, consumidores de drogas, víctimas de abusos físicos o sexuales y testigos de la violencia de género en su hogar, según un revelador perfil dado a conocer ayer por el Colegio de Médicos Cirujanos.
Los inquietantes datos, que están recopilados y analizados en el libro “Perfil de la Violencia en Puerto Rico: 1984-2004”, lanzado ayer en el Colegio de Médicos Cirujanos, establecen que el 98% de los varones en instituciones juveniles abandonaron la escuela y el 88% de este grupo consumían drogas ilegales al momento de meterse en problemas con la ley.
Según los datos, la inmensa mayoría dejó la escuela en el nivel intermedio, fueron usuarios de éxtasis, se iniciaron a edad temprana en conductas problemáticas, se relacionaban con amigos de conductas antisociales y sus progenitores tenían una actitud favorable hacia la conducta delictiva.
El análisis del perfil de la violencia en Puerto Rico estableció además otros ingredientes que exacerban la vulnerabilidad de estos transgresores: una gran cantidad son pacientes de desórdenes mentales y emocionales como depresión, paranoia, esquizofrenia, niveles altos de agresividad física y verbal y déficit de atención con hiperactividad no diagnosticado.
La mayoría, además, proviene de hogares liderados por mujeres solas y cuya única fuente de ingreso son los programas de beneficencia pública.
“Bomba de tiempo”
“En Puerto Rico ha habido un empobrecimiento de la clase media y una polarización de las clases sociales. Cada vez son más personas las que pierden sus ingresos. Esto es una bomba de tiempo”, señaló el sociólogo César Rey, exsecretario de Educación y uno de los directores de la Fundación Ricky Martin, al conocer los datos del informe.
Según el análisis realizado por la investigadora Alma Irizarry Castro, existen varios factores protectores que, de ser implantados, disminuyen enormemente la posibilidad que los jóvenes puertorriqueños tropiecen con la violencia.
Por ejemplo, que el adolescente tenga la oportunidad de participar en decisiones y actividades familiares, asistir a la escuela, tener padres que supervisen y controlen sus actividades, una adecuada ejecución académica y asistir a una iglesia.
“La construción de una sociedad de paz requiere de la reconstrucción del tejido social y entender las profundas razones de la desorganización. Hay una correlación directa entre el abandono de la escuela y la proliferación de la economía informal y la violencia. Todas van de la mano. El denominador común en la violencia es el consumismo y la apariencia”, analizó Rey.
El estudio sobre el perfil de la violencia en Puerto Rico establece además que durante los últimos 20 años en Puerto Rico han ido aumentando las incidencias de suicidio y homicidio, violencia en la pareja, maltrato de menores, maltrato a las personas mayores, violencia juvenil y la violencia en las escuelas y en el lugar de trabajo.
“Hay que romper el mito. Puerto Rico es una sociedad violenta. El valor de una vida en Puerto Rico se ha reducido al valor de una bala y si no implementamos política pública salubrista cada día vamos a perder más vidas”, destacó Manuel Torres Márquez, coordinador general del Centro Agenda Puertorriqueña para la Calidad de Vida y catedrático de sociología en la Universidad Interamericana.
Víctima la mujer
El perfil de la violencia en Puerto Rico sostiene que en el género femenino, las niñas son la víctima principal del abuso sexual, la mujer adulta es la más perjudicada en la violencia en la pareja y la mujer anciana es quien recibe mayor maltrato entre la población de edad avanzada.
Mientras, en el género masculino el análisis destaca que el hombre padece el mayor número de muertes por suicidio y homicidio y el joven es la víctima y a la misma vez el victimario de homicidio, violencia juvenil y violencia en las escuelas.
Con relación al hombre adulto las estadísticas mencionan que es el victimario principal en la violencia en la pareja y la violencia en el lugar de trabajo. El hombre de edad mayor es el más afectado por las ideas suicidas.
“Tenemos que redactar una política pública que reconozca que la violencia es un problema grave de salud mental y se puede prevenir con el método científico de salud pública. Hay que educar y sensibilizar en el tema de la violencia. En Puerto Rico estamos padeciendo de una epidemia de violencia”, puntualizó la investigadora Irizarry Castro.
La editora del libro añadió, que en la expresión de violencia en homicidios los más afectados son hombres jóvenes, solteros, con una mediana edad de 21 años y una escolaridad de escuela secundaria.
El riesgo mayor de muerte estuvo en las edades de 15 a 24 años y los homicidios, según el estudio, ocurren con mayor frecuencia los sábados, en un horario vespertino y durante los meses de enero y octubre.
30,000 años de vida
“Hemos perdido 30,000 años de vida por culpa de la violencia. Como sociedad tenemos que crear un plan nacional de prevención de violencia, aumentar la capacidad de recolección de datos sobre la violencia, fortalecer la respuesta a víctimas de violencia de género e integrar la prevención a la política pública”, sugirió Samuel Figueroa Cifre , catedrático enla Universidad de Puerto Rico, recinto de Cayey.
Mientras Eduardo Ibarra, presidente del Colegio de Médicos Cirujanos, subrayó que la criminalidad no puede recaer en el trabajo de un superintendente de la Policía debido a que el problema es de educación y salud mental que requiere un trato no punitivo.
“Se predica el principio del éxito sin reparos y hay una competencia entre las diferencias de clase. Mientras esto ocurra la violencia en Puerto Rico continuará aumentando”, apuntó por su parte el sociólogo Torres Márquez.
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